Monday, November 25, 2013

Overdue Update from October

Pienso que Stanley Tucci es un gran actor, y tiene una cara muy amable. Observad.


Vale que a veces hace de malo. Pero cuando hace de bueno, es muy bueno. Es que es más majo!
Llevo varios días pensando esto. Me he quitado un peso de encima compartiéndolo.

Podría contaros esos últimos días del grillo en Londres conmigo. Lo haré.
El Lunes 28 yo fui con el Bobo al concierto de Nick Cave en Hammersmith. Allí vi a Finn Andrews, el cantante de los Veils, el hombre más bello del planeta. Todo lo que pude decirle fue “You’re Finn Andrews! That’s great!”. Desde entonces el encuentro atormenta mis sueños, pensando qué podría haberle dicho para que simplemente me invitase a cenar, al cine, a tener sus hijos, etc. Una de esas oportunidades que pierdes en la vida.
El concierto estuvo bien. El principio fue un rollo patatero de canciones nuevas que son un auténtico turrón de esos sekos, por lo que me fui a fumar y a por más cerveza a la barra. En mi estancia en la barra tocaron temazos del Boatman’s Call que vi de lejos, mientras esperaba a que el tipo que tenía delante pidiese mis cervezas por mí. Siempre había querido sobornar al primero de la fila para que me comprase mis bebidas, y por fin me atreví. Fue muy amable y sólo aceptó 20p de propina por su labor.

Después del concierto fui a buscar al grillo a Casas de Peña. Tomamos una cerveza y luego nos cogimos el autobús de ver judíos. Todo el viaje el grillo quería bajarse en distintos sitios a comprar bagels. Lunes, 2 de la mañana. No, grillo, no vamos a bajarnos a comprar bagels.

El martes, tras trabajar desde las escuelas, fui a buscar al hermano a Islington. La encontré en una tienda de segunda mano comprando unos tacones de puta rastrera de esos que le gustan. Dimos un paseo en la oscuridad, por esas calles que tanto nos gustan, y 8 b 9vh[

He dejado ese código, porque Piticli quería escribirlo. Se ha abalanzado sobre el teclado para ello. No sé qué quiere comunicar, pero a lo mejor es importante. Si alguien habla gato y lee estos escritos, háganoslo saber.
Ahora ha decidido posarse en mi cabeza y comerse mi coleta. Creo que me quiere despiojar. Me parece bien.

Bueno, decía que dimos un paseo, y luego fuimos a sentarnos en la terraza del Old Queen’s Head. Es un gran sitio para peoplewatching y, en el día que nos ocupa, crimewatching. Iba una pobre china hablando con su Samsung cuando un ciclista pasó pedaleando por la acera a toda pastilla y le robó su móvil. Yo lo vi todo, agente. La china salió corriendo detrás, y otro ciclista cogió su bici y le trató de seguir.
Cuando la china volvió, Car le ofreció mi móvil para llamar a la policía. Le ofreció por supuesto mi móvil Nokia barato, no mi iPhone. Que una cosa es ser un buen samaritano y otra fiarse de la gente así como así, que todo podía ser una estratagema para robar mi precioso iPhone, pudiendo haber estado la china compinchada con el ciclista.
Estuvimos hablando con ella mientras esperábamos a la policía. Yo le dije que hey, al menos ahora podía comprarse un iPhone, y así al menos si le robaban el móvil otra vez, tendría Find My iPhone®.

Por supuesto todo el mundo tenía una agenda oculta en esta situación. En el caso de Car, lo que quería es que la china le entregase a su primogénita como ofrenda por su ayuda. Porque no sé si sabéis la obsesión de Car por tener una hija china. Pobre niña china que se va a llamar Elizabeth Emilia Isis.
En el caso del policía que nos vino a tomar declaración, su agenda oculta era claramente obtener mi número de teléfono para invitarme a cenar, al cine, a tener sus hijos, etc.

Después de esa experiencia fuimos por el pasaje que cruza hasta Upper Street, agarrando bien nuestras posesiones materiales por si pasase otro criminal sobre ruedas. En el parque de los porreros asesinos vimos a Ggregg el zorro. Qué belleza animal.
Llevé al grillo al King’s Head Theatre Pub y al Slim Jim’s.  Lo pasamos realmente bien. Le hice este jueguecito:



Se rió tanto haciendo el perro que nos caímos de la mesa. Nos hicimos tatuajes de Fonsi y de una gamba, como es tradición. Yo estoy muy orgullosa de mi gamba, aunque se parezca al gusano de Dentro del Laberinto.

Quedamos con la peña en el Good Mixer, o Little Ribadesella como le voy a llamar a partir de ahora. Allí, tomamos cervezas y Car se cayó sobre una tipa y metió su tacón en su zapatilla. Fue extraño y divertido.
Elephant’s Head, Hawley Arms y por supuesto Café Metro para vegetarian hot dogs. Ya soy alcaldesa de Café Metro. Supongo que nadie está suficientemente sobrio para hacer check-in en ese sitio y ser alcalde.

Al día siguiente fuimos a desayunar al Mess Café de despedida, y a dar un paseo por el barrio, y al parque de Hackney Downs. Fue melancólico y agradable, mientras el grillo refunfuñaba diciendo “odio irme!”. La acompañé a Victoria Station, con tres horas de antelación, y me puse triste por su partida.


Tuesday, November 19, 2013

Real Scottish Beef


Tiritiri tiri tiri tiri. Just a reflektor. Just a reflektor. Tiri tiri tiri tiri tiri.

Jueves, 23 de Octubre de 2013. El sol luce en las calles de Jakni y el Churk se va a Weybridge a trabajar, pasando por el Starbucks. Hacía meses que no iba al Starbucks, porque lo desprecio y su café sabe a briznas de giño de mono de Sumatra por £3.20, pero tenía sueño y el Nero está dos manzanas más lejos y llegaba muy tarde.

Cuando llegué a la oficina todo fue horrible y desolador. Pero no voy a prestar a ese lugar del infierno mis líneas ni mi capacidad cerebral, que estos días está fuertemente mermada, y voy a fastforwardear directamente al fin de la jornada laboral.

Volví a las escuelas con el Grillo, y nos echamos unas fikas. Esta línea es para Ferio. Sé que me lees. Ferio <3

Jueves tranquilo con los amigos de Francia en el local pub The Plough. En The Plough hay hipsters y son todos iguales. Se confunden unos con otros, se mimetizan con las paredes, todos podrían ser el camarero, y todos podrían ser mi marido. El vino es caro y la cerveza amarga, de esa pretenciosa que te intentan colar como la auténtica por ser local. Las patatas fritas son satisfactorias y vienen en recipientes bonitos, en tazas de las de antaño que me recuerdan a la furgoneta y a la Sierra de Gredos donde me caí por un precipicio. Good Memories.

Hablamos de gatos, viajes y el futuro incierto de nuestra generación, y yo fui un poco Kenny G y decidí que debíamos marcharnos a casa pronto. Hay días que hay que marcharse a casa pronto y reservar energías y dinero para los planes venideros.

El viernes. El viernes fui a Weybridge otra vez un rato y después marché con mi jefe a su casa a quedar con el Grillo en mi labor de comisariado artístico. Me dieron cervezas y me dejaron a mi libre albedrío con una niña de 3 años a la que enseñé a hacer headbanging, a volar con los Ramones y a pintarse los labios de rojo y hacer el rock star. No sé si hay que dejarme con niños pero yo lo paso bien. También comí queso y palos de pan. Eso está bien, los palos de pan.

Debíamos madrugar el sábado porque nos íbamos a Escocia. VIVA ESCOCIA. Nos vamos a Escocia.

ESCOCIA!

A medida que he ido escribiendo Escocia, ya por cuarta vez es una palabra más rara y risible. Lo dejaré pasar. Escocia!

Sábado, 25 de Octubre de 2013

El Grillo y el Churk se levantan a las 5 de la mañana para ir a King’s Cross a coger un tren con destino Edimburgo. Para este blog adaptaré la ortografía castellana de la ciudad. Me pregunto si hay otras. Pero Edimburgo.

Ir con un grillo a coger un transporte que sale a una hora concreta siempre es un reto. El grillo llega tarde a todas partes menos a los transportes que salen a una hora concreta. A esos llega con tres horas de antelación y te obliga a salir con eones de anticipación en un estado de ansiedad y nerviosismo que dura hasta que ha cogido su asiento en dicho transporte.

Estuvimos esperando un autobús hacia King’s Cross que tardó 25 minutos en aparecer, mientras nos molestaba algún que otro transeúnte de esos que pululan por Hackney en las horas del crepúsculo. Decir que mi casa está en la acera de enfrente de la parada del autobús, y ver tu ventana y saber que dentro hay un piticli calentito y un sofá y cafés, es duro. Pero al final llega el autobús, cuando estás en la desesperación, y lo coges. Y no tardas nada en llegar a King’s Cross. Y te da tiempo a hacerte fotos en la Platform 9 and ¾ y a coger un café en el Nero®.


El tren a Edimburgo tarda 4 horas y media. Parece un tiempo bastante tolerable y vas viendo un paisaje alucinante a medida que vas subiendo más y más hacia el norte. Esto es, si no te tocan al lado las vacas inglesas que se van a celebrar el 40 cumpleaños de una de ellas y empiezan a beber mimosas a las 7 de la mañana y a gritar como auténticas gallinas en celo en su fealdad y naranjismo. Yo ya sabéis que no creo en fuerzas creadoras superiores, pero en ocasiones como esta agradezco a todos los dioses del politeísmo y la historia religiosa universal el hecho de no ser una tía naranja con un vestido rosa ajustado y tacones de plataforma que va cacareando con sus amigas las hienas en lugares públicos. También en ocasiones como esta recuerdo el viaje en tren a Gijón, y eso me da paciencia y comprensión, ya que en el fondo, mis amiguitos y yo, también hemos sido “el grupete insoportable que grita en el tren”.

Tuvimos que cambiarnos de sitio en el tren. Esperamos a las 10 para tomarnos la primera cerveza y encontramos unos asientos libres lejos del grupo aviar. Vimos vacas, verde y el mar. El mar en Berwick Upon Tweed, es como WHAAAT? Esa es la calidad descriptiva que puedo ofrecer ahora mismo.

Llegamos a Edimburgo a las 11:23. La estación no es bonita. Está en un centro comercial. Y hay cuatro escaleras mecánicas dignas de Wall-E. Pero luego sales al exterior. Sales al exterior y ves esto.



Castillos, montañas, árboles, trenes, hombres escoceses. Ay, los hombres escoceses.

Lo primero fue dar una vuelta por las calles de Old Town. Si bien estaba lleno de españoles (riosellanos) con sus abrigos fosforitos y de tiendas de souvenirs y cashmere, no había más que mirar hacia arriba y observar las casas, las catedrales, los rótulos de los comercios, todos bonitos y elegantes, y a los hombres escoceses. Que van en camiseta. A 11 grados. REAL SCOTTISH BEEF. Y con ese acento. A lo mejor eres un méndigo sucio, pero háblame en escocés, y todo me parecerá bien.

La pega que le pongo, aparte de la afluencia turística hispánica, es la gaita. Ay, la gaita. El gaitero incansable, estará ahí, día y noche, en la Royal Mile, cantando Celebration de Kool & The Gang, en un bucle infinito insoportable que hace chirriar tus dientes y cerrar tus ojos mientras pides compasión por tu cabeza comprimida entre tubos de metal.

Hicimos un buen turismo, visitando el castillo por fuera, el Writers Museum, callejeando y siendo muy felices. Pasamos por nuestro hotel a ver si estaba lista nuestra habitación para poder dejar nuestro equipaje. Nuestro equipaje eran nuestros bolsos con un par de trapos dentro. En mi caso me llevé mi vestido igual que otro y el otro que es igual que el mismo. Sé que todos pensáis que todos son iguales, pero estos son iguales de verdad. Me da igual, me encanta.
La chica del hotel dijo que ella lleva más equipaje cuando sale de casa un martes. Posesiones materiales, bah.

La habitación no estaba lista, pero nuestro hotel en Grassmarket estaba perfectamente situado para andar por la zona. Vimos una tienda de segunda mano con un perro llamado Basil que olía muy mal pero era muy adorable. El dueño no olía mal pero también era adorable. Nos contó un poco su vida, habló de la crisis económica y de sus viajes a Estocolmo. Yo me voy a ir a Estocolmo un día de estos, ya veréis.


Ya era el momento de sentarse a tomar una cerveza, no? Pues eso hicimos. The White Hart, buen pub en Grassmarket con Tennant’s, cerveza local no pretenciosa, refrescante y barata. Y sentadas en la terraza, salió el sol. Salió el sol, radiante, calentito, luminoso, que hace que todo sea más bello y que el grillo empiece uno de sus discursos sobre adorar al dios Ra.


Dejamos nuestras cosas en la habitación del hotel, que era muy pequeña y muy cara pero llena de encanto y personalidad.

Y seguimos nuestro paseo de reconocimiento de la pequeña ciudad. Quizá era hora de comer algo. Elegimos Jake’s Place, lugar americano al lado de un youth hostel de esos que quizá por su descripción genérica no sea lo más adecuado a la hora de buscar lo auténtico, pero una buena elección, un buen lugar para people-watchear y para scottishbeefsighting. Camarero novio de Car número 3.786 y un check-in de Foursquare que me brinda una ración de boniatos o batatas fritos gratuitamente. Y cervezas.
No estábamos seguras de si el camarero había entendido la finalidad de mi check-in, puesto que tardó bastante tiempo en traernos nuestra ración gratuita. Estábamos a punto de marcharnos en nuestro fracaso, porque somos así de idiotas y nos da verguenza demandar lo que es nuestro, pero por fin apareció. Y pedimos otras dos pintas. Mientras tanto, en la mesa de al lado, dos escoceses rubios de mangas cortas devoraban unas hamburguesas a dos manos. Es bonito ver escenas de placer ajeno.


Dando más vueltas, esta vez hacia New Town, pasamos por un bar que Tom me había recomendado. No sé por qué Tom decide recomendarme el bar más pijo de toda la ciudad, 99 Hanover Street. Era muy bonito, si bien lleno de pijos. Bah. Tomamos unas pintas allí y nos largamos a seguir caminando. Encontramos una calle muy bonita, Rose St, con banderines y pequeños bares y restaurantes y algunos perros, y lucecitas. Y otro pub. Dirty Dick’s. Un pub lleno de personalidad y escoceses. Allí tomamos cervezas y patatas. Otra vez. Conocimos a gente borracha que te trata bien. Edimburgo te da la bienvenida.

Y seguimos paseando y compramos pasta de dientes. Y luego buscamos más bares a los que ir. Nos perdimos un poco porque el mapa no te dice que la calle que ves al lado en realidad está debajo. Edimburgo es una ciudad de elevaciones, cuestas y puentes. Tan bonita. El siguiente intento de bar era otro recomendado por Tom, bastante pretencioso pero muy guay, en las cavernas de debajo de los puentes. Pero estaba muy lleno y parecía demasiado formal. Así que optamos por otra cosa absurda que fue el Oz Bar. Bar australiano, triste, con fotos de tías en bolas en la barra que ofendieron al grillo. A mí me gustaba. La decadencia australiana a veces es lo mío.

Y llovió.

Nos fuimos al Sneaky Pete’s, otra recomendación, esta vez bastante acertada puesto que había conciertos. No eran conciertos muy buenos pero al menos había gente y ambientillo, y escoceses que querían ser mi marido. Eso es así.

La gente borracha de ese garito también era simpática y nos invitaban a ir a Leigh. Yo dije que no iba a Leigh, porque no sabía qué era Leigh, y había decidido que íbamos a ir a un club de indie para variar. Fue una mala elección. El caballero nos sigue hasta las tierras del norte.

El club, el Citrus Club, molaba. Sólo tenía un pequeño inconveniente y era que había cero personas. Cero personas en un espacio bastante grande y bien amueblado. Aparecieron cinco chicas adolescentes que bailaron Chevy Thunder como si fuese el mayor temazo de la historia. Que lo es. Pero eso fue todo. Tuvimos que marcharnos porque no tenía ningún sentido estar ahí solas.

Comimos una pizza y unas patatas en el suelo del hotel. Eso es un buen plan. Y decidimos que no había que seguir intentándolo, que era mejor dormir. Estaba lloviendo fuera y el día siguiente nos esperaba lleno de emociones y paseos.

Domingo. Tras dormir bastante bien en una cama amplia y limpia, salimos a echar una fika a la lluvia antes de proceder al ritual de la mañana de secar nuestras pelambreras etc. La ducha y los geles y champuses eran muy satisfactorios también, así como el secador.

Y nos marchamos. Nos marchamos a buscar un café para llevar antes de tomar un café y desayuno en algún otro sitio. Ya sabéis cómo son mis desayunos y este concreto no sucedió hasta las 3:20 PM.

El Caffé Nero de la Royal Mile fue un gran acierto para coger el café para llevar. Los scottish beef baristas me dejaron completamente anonadada. Dame café, dime buenos días, si quieres me escupes. Estoy enferma, enferma de Escocia.


Y paseamos hacia el mar, y salió el sol otra vez. Visitamos Canongate Kirk y un cementerio con símbolos claramente masónicos, y el palacio de la reina, y Holyrood Park. Holyrood Park es, de repente, un lugar verde, muy grande, con una montaña al fondo, con ruinas paganas y riosellanos con abrigos fosforitos en la lejanía. El grillo quería subir a las ruinas, pero yo dije que no. En su lugar se limitó a correr en círculos en su felicidad.



Después de correr en círculos y disfrutar de esa vasta inmensidad verde, y de un lago, donde había cisnes a los que yo no me acerqué porque les tengo mucho miedo desde el cisne hijo de puta, vimos que hay gente que tiene casas que dan a Holyrood Park, y se levantan por la mañana, y ven la montaña, y el lago, y el castillo, y reciben luz del tejado desde unas claraboyas, y viven en Edimburgo. Entonces Car se cabreó y les dijo que eran todos unos hijos de puta. Normal.

Luego vimos a un perro con un porte y unos andares tan singulares, que hubo que decirle a su dueña lo afortunada que era por tener tal perro y vivir en tal ciudad. La dueña lo agradeció diciendo que en efecto, era una persona con suerte. A mí me consuela pensar que probablemente llueve todo el rato. Pero el día que no llueve tiene pinta de compensar a los otros 364.

Car quería ir a Leigh, de nuevo, sin decirme por qué, y a Portobello. Yo dije que pasaba de ir hasta allí, que debíamos comer/desayunar/cenar y volver hacia el centro.

En la vuelta hacia el centro fuimos por Calton Hill, sin saber lo que nos esperaba en tal lugar maravilloso. De repente, un obelisco gigante enfrente de otro templo vestal extraño, y al lado de dicho obelisco, un monumento a ABRAHAM LINCOLN. Por supuesto todo esto nos llena de gozo nationaltreasureano, y el Churk se pone contento pensando en Benjamin Franklin y todo lo que ha hecho por nosotras.


Calles bonitas con estatuas de perros y el FREEMASONS HALL. Doy las gracias al ratón Ambrosio y a Jerry Bruckheimer, también desde aquí.

Pasamos por el Museum of Childhood, donde en el escaparate estaba Piticli.




Piticli fue añadido raudamente a mis chicos, regalo del grillo, y a día de hoy son todos muy felices y no caben en las fotos. Piticli!

Y comenzó a llover furiosamente. Así que fuimos a desayunar/comer/cenar al Circus, un sitio que mi foursquare recomendó con acierto, y comimos unos manjares y tomamos unos alcoholes.

Después de comer, salimos al patio a tomar espressos y echar fikas, y escribir la postal de las vacas que habíamos comprado en la tienda de souvenirs y cashmere. El grillo jugó con los juguetes disponibles e hizo fotos, y el churk tomó su café. Fue un momento lleno de paz y hermandad.


Tratando de optimizar rutas visitables volvimos a acabar en Cowgate, donde el Sneaky Pete’s. Y llovía. Y vimos a un escocés con su falda fumando por las calles. Ay, Escocia.

Huyendo del diluvio, pasamos al Bannerman’s, bar de estudiantes con chupitos a £1, donde el grillo tomó un chupito de £1 y el churk media pinta. Sí, ya sé que es guei, pero era por pasar el rato a ver si llovía menos. El sitio era bastante mítico, con música en directo y estudiantes, y buena iluminación. Lo malo era un tío gordo calvo en chandal el cual cada vez que se levantaba del sofá mostraba su culo descubierto. Supongo que si me hubiese hablado con acento escocés habría dejado pasar ese hecho asqueroso y le habría ofrecido mi mano para ser desposados. Enfermedad.

Como somos un poco tontas, nos fuimos a la Scottish National Gallery 15 minutos antes de que cerrase. Pero nos dio tiempo a ver unas cuantas cosas bastante míticas y culturales, y a un bedel al cual pienso que directamente dije que estaba dispuesta a dejar todo por huír con él a las Highlands y vivir en una cueva los dos juntos. O tal vez sólo le miré tratando de comunicarle eso con mi telepatía. Y todo porque había dicho “this room is closing in 5 minutes”. Esa frase contiene todo lo que necesito saber sobre el hombre de mi vida. Que es escocés.

Nos despedimos de Edimburgo en el Voodoo Rooms, garitazo precioso y extraño no lejos de la estación, donde tomamos nuestras bebidas y miramos al personal. Entró un raro con pinta de ir a poner una bomba en los baños, pero sólo era un tipo peculiar que quería contacto humano con los camareros.

Y allí, mirando el iPhone, nos enteramos de la muerte de Lou Reed, y brindamos por él y su ascensión a los cielos del rock n roll.


Tras una última fika fuera de la estación, mirando el paisaje bajo la lluvia, fuimos a coger nuestro tren de vuelta. Para el tren de vuelta escogí primera clase puesto que eran cinco horas y media. Desgraciadamente, esta first class no es la first class de Virgin Trains y NO HAY CERVEZA. Absurdo. Inaudito. No, no quiero té. Gracias.

El grillo se cabreó porque nos tocaron unas señoras delante. Las señoras sólo estuvieron en el tren hasta Berwick Upon Tweed y resultaron ser muy simpáticas, pues se rieron mucho de la creación grillil del poster de Gandalf.


Yo me cabreé cuando, al bajarse las señoras, se subió una chica que decidió sentarse en su sitio que era el de enfrente y no en cualquiera de los 184 libres que había en el vagón.

Pero yo llevé mi libro de manera premeditada e ignoré un poco al grillo. Entonces hizo este dibujo.



Y también pidió sandwiches. Todos los sandwiches.



Y había una tormenta en el sur de Inglaterra, y los trenes iban con retraso, y fue la travesía más larga de toda mi existencia, y si bien recomiendo subir en tren, recomiendo volver en avión.

Volvimos, nos diluvió, echamos fikas, y el cojo jorobado tuvo que ponerse una bolsa de plástico en la bota, y cogimos el autobús, y volvimos con Piticli. Piticli piticli ay piticliiii.

Edimburgo es la ciudad más bonita del mundo, bajo el sol, con los escoceses, y todos debéis ir.



Tuesday, November 5, 2013

Come Armaggedon Come


Tengo mucho trabajo que terminar hoy. Y son las 20:19. Y debería hacerlo. Pero en su lugar he decidido escribir esto y echarme siete fikas mientras tanto. Y voy a hacerme un café. Ahora vengo.

Ya me he hecho el café pero ahora me meo. Ahora vengo.

Bueno ahora ya son las 20:46. Y así es como la vida se pasa en tu cara. Y se me ha acabado el Smoking Naranja. Y sé que es porque estoy completamente biased pero me flipa Reflektor.

Voy a continuar. Me quedé en que Lucha se fue. El Grillo la acompañó a la estación para coger el tren al aeropuerto. Cuando la dejó en el tren hacia el aeropuerto me llamó para asegurarse de que la había dejado en dirección al aeropuerto correcto. El Grillo.

Cuando volvió, bajamos a tomar un café y hacer recados, con Berta. Berta es la que sustituye a la vaca en la habitación contigua y no es una vaca. Por eso yanovivimosconunavaca.com.

Compramos un espejo que a día de hoy aún no ha sido colgado en el baño, sólo porque no he comprado la alcayata. Tampoco sé decir alcayata así que eso va a suponer una visita a Leyland, aka El Paraíso.

Tuve un fail en busca del Railroad café, que es tan hipster que nunca está abierto. En su lugar fuimos al Red Route, ese orgánico para charity que es una charity al que ya había ido una vez. Pedimos unos cafés y unos tés y unos sandwiches que tardaron más en llegar que Godot. Mírame, qué cultureta, con mis referencias al Teatro del Absurdo.

Después el Grillo y yo fuimos a hacer recados. Primero al Tesco a comprar comida que nunca íbamos a comer porque somos así. Pero nos dieron chapas de I Love Hackney y nos las pusimos. Luego fuimos con toda la compra del Tesco a la ferretería a por una escoba, luego al Spandeli a por mejillones que tampoco iban a ser comidos, y luego de vuelta a las escuelas. En el camino El Grillo usó la escoba para volar por Hackney, y fue gracioso.

Tras perder bastante el tiempo como es habitual, y marear la perdiz con dónde quedamos con la peña y que luego no vinieran la mitad, nos fuimos a pasear por Dalston y Stoke Newington. Vimos una exposición bastante mítica de Peter Blake. De nuevo, cultura. Estoy que lo tiro.

Hay tantos bares hipsters en Kingsland Road que se te bloquea el cerebro y no sabes a cuál ir, porque, y si el siguiente mola más? El Grillo se tropezó en las aceras mirando a su novio #345 en la puerta de una panadería.

Finalmente quedamos con Gémels en el Hysteria, que es un gran bar que está vacío porque es martes, porque son las 7 de la tarde y porque llueve. Pero es un gran bar porque tiene un ventanal muy atractivo al que puedes salir a fumar y seguir conversando con los que se queden dentro. También casi morimos de la risa extrema cuando al ir al baño vimos que era de Disabled.


Tras una agradable velada seguimos pasando una agradable velada y fuimos a Casas de Peña, donde Auro y el kebato de las patatas fritas nos alimentan bien, y donde Memphis se pone contento de ver a Tía Pec y Tía Car.

Vuelta a las escuelas en el bus turístico hasídico a ver a nuestros compañeros de raza de Stamford Hill.

Martes. Pienso que puse una buena peli o un buen Saturday y nos quedamos sopa. Este viaje por lo menos sólo nos hemos dormido en el sofá en posiciones incómodas y absurdas una vez.

Y llegó el Miércoles. El plan era alquilar un coche y tener un Day Out con Bobo y Julia en la costa, en Southend-On-Sea, y de paso, ver a Suede por decimoctava vez, que allí tocaban esa noche. Hacía sol y todo apuntaba a Joey and Janice's Day Of Fun!

Bobo y Julia confirmaron que no iban a salir de Londres hasta las 5, porque son idiotas y no saben pedirse Days Off Of Fun, pero nosotras decidimos que por qué no aprovechar el día de sol y disfrutar de todas las posibilidades que Southend nos iba a ofrecer. 

Nos fuimos primero a ver la exposición de Pop Art del Barbican, buscando por dónde se entraba en el frío viento huracanado de la City. No conseguíamos encontrar la puerta, y luego vimos que había que pagar. Lo vimos en internet, porque a día de hoy todavía no sé por dónde se entra al Barbican. Así que dijimos "nah, mejor aprovechar el día entero en Southend! Allí habrá cosas! Lo pasaremos en grande!".

Cogimos el tren de las 12:30 a Southend Victoria. El Grillo iba muy contento moviendo su cabeza como un perro de coche, que es lo que hace en vez de dar vueltas en círculos cuando es un Grillo estacionado. Le gustan los trenes. Y yo me comí un Kinder. Más contentas.

Llegamos a Southend-On-Sea tras una hora de trayecto. En ese trayecto se pasa por Billericay y ese pueblo me hace mucha gracia.

Ah, Southend-On-Sea! Qué... FEO :(

Será mejor bajar al mar, viendo casitas, por el sol, en este agradable paseo de viento gélido. Será mejor parar primero en el H&M a comprar una camiseta interior y siete bufandas. Y en la tienda de 99p a comprar 5 mecheros por 99p. El viento gélido necesita mecheros que funcionen, y no teníamos ninguno.

La High Street de Southend es igual que todas las High Streets. Está bien si un día quieres ir de compras y no quieres el bullicio de Oxford St o el centro comercial del terror de Stratford. Sólo son como £24 el billete de ida y vuelta y una hora en el tren. Pero así en general tal vez es mejor no ir nunca a Southend.

La costa es la imagen en la que Morrissey se inspiró para Every Day Is Like Sunday. Come Armaggedon, come. Carteles de neón de casinos, salas de juegos, restaurantes de comida rápida hasta donde alcanza la vista.
Pero el mar es bello. Aunque tenga un parque de atracciones cerrado delante. Si por lo menos hubiera estado abierto el parque de atracciones...



Car estaba convencida de que Southend debía tener una escena indie bastante importante, ya que los Horrors son de allí. Yo le expliqué que por eso ninguno de ellos vive ya allí. Por eso viven todos en mi barrio.

Teníamos hambre y buscamos un lugar donde comer. Casi, casi comemos en un Wimpy Burger del muelle. Qué terror. Luego casi, casi comemos en el Fish & Chips de al lado del Wimpy Burger, que tenía un aspecto casi más desolador que el anterior y un extra de terror.

Yo sugerí no volver a entrar nunca más en ese tipo de restaurantes y volver al "centro" a buscar algo más acorde con nuestros gustos y preferencias. Es decir, un lugar donde hubiera cerveza y algo de ambientillo.

El ambientillo es algo que no ven en Southend entre los meses de Septiembre y Mayo. Por lo menos encontramos un buen lugar, el Old Hat, o Hat and Hatters, donde la encargada llevaba un jersey de animales que me gustaba y era muy amable con nosotras. Y había cerveza y comida. No había gente. Porque la gente no existe en Southend.

Comimos y bebimos, con el Grillo muy satisfecho por una mermelada de chili.


Luego salimos a explorar el otro lado de la ciudad, el "bar de moda", el "bar de los Horrors".

Dios mío. Horrors indeed. Ni siquiera entramos a ese abyecto lugar, en LAS AFUERAS de Southend.
Pero vimos jardines que eran bastante bonitos. Y todas las calles eran las de siempre, las de antes. Es como si hubiera estado viviendo allí 7 años. Si me hubiese preguntado indicaciones algún transeúnte habría sido perfectamente capaz de enviarle a su destino sin necesidad de excusarme diciendo "no soy de aquí".
Se ve que la gente vive bien en Southend cuando existe. Pero la gente en Southend no existe.

Cada vez siendo más failure el asunto, acabamos en un O'Neill's. A mí no me pareció tan mal, pues era el único sitio donde había gente. Probablemente eran espíritus, pero a mí me resultaba reconfortante. Tras pasar de nuevo por el baño de Disabled, cambiamos de pub a uno bastante decente, donde había cuatro o cinco personas distintas y un buen beer garden. Si no hubiera hecho un viento huracanado gélido, habría sido un buen beer garden que disfrutar. En su lugar, estuvimos dentro en unas butacas muy cómodas haciendo esculturas con nuestros vasos, pidiendo Jagerbombs y tratando de pasarlo bien.



Los Bobos no llegaron hasta las 8 de la tarde. Porque hay que ser Bobo para salir a las 5 de Londres en dirección Ciudad-Dormitorio. Pero bueno, ya estoy empezando a acostumbrarme a que la gente no me haga caso cuando tengo razón, que suele ser todo el tiempo. Tomo pastillas para no perder la paciencia y no darles un sopapo como en el meme de Batman y Robin.

Así que el único lugar donde había humanos era el concierto de Suede. Habría sido un buen sitio al que ir a partir de las 7, a peoplewatchear, mirar al mar, criticar gente. Porque menuda gente. De pueblo. De pueblo costero. De pueblo costero inglés. Southend es el Murcia de UK.
Pero como los bobos de los Bobos tenían las entradas, pues no pudimos hacer nada de eso, sólo pudimos llegar tarde a los segundos teloneros y yo perdérmelos por estar haciendo cola en el bar.

El concierto estuvo bastante bien, si bien tocaron demasiadas canciones nuevas que parecían satisfacer a la concurrencia pueblerina mal vestida. Salimos a fumar en mitad del concierto, like the cool kids, y por supuesto volvimos a perdernos un trozo de Metal Mickey. Pero Brett cogió mi mano en New Generation, y eso está bien. Julia le tocó el sudor como una fan loca. Tiene 36 años.

Volvimos en el coche alquilado con una parada en el McDrive para comprar 7 raciones de patatas y un agua mineral. Las patatas ni siquiera fueron satisfactorias.

Ese es el fin de Joey & Janice's Day Of Fail. Pero el concierto bien. Si hubiera ido a Southend a ver a Suede en la vez número, no sé, 5, habría estado muy bien. Pero estuvo bien.

Ahora son las 22:08 y ya sabéis que me he tomado un café. Y tengo que trabajar. Así que, qué peli veo?



Sunday, November 3, 2013

Chloride Ammonium Phosphate


Domingo. Día de descanso. En algún momento de estos días sé que vimos Colega Dónde Está Mi Coche y Pineapple Express. Cómo nos gustan las stoner comedies.


Desayunamos, a las 15:47 en el Mess Café, un montón de cosas llenas de nutrientes. Ya sabéis, para estar preparadas para hacer visitas culturales y recorridos turísticos. Alguna de nosotras quería más nutrientes que otras, así que decidió echar salsa HP a su capuccino. Por suerte lo pillé a tiempo y pude meter la cuchara en la espuma para sacar eso que NO, no era chocolate ni caramelo líquido.


La primera intención era ir a la Tate Britain. Como he dicho arriba, desayunamos a las 15:47. Obviamente nadie va a la Tate Britain después de esa hora, por eso de que está cerrada.

Así que hubo que ir al Soho.
En el Soho visitamos algunas tiendas. Yo subí y bajé las escaleras de Vintage Magazines doce o trece veces. No por tonificar mis músculos, sino porque de nuevo había perdido a la otra facción, que resultaba estar fuera buscándome a mí. Lo normal es que yo siempre esté fuera echando una fika. Menos cuando me pierdo, que veo exposiciones y tiendas de revistas.

Quedamos con la peña en el Dog & Duck, pub que nunca habría tomado por una aldea de irreductibles riosellanos. Pero eso era.


Después al Crown. En el Crown también había riosellanos nacidos en La Moraleja. Supongo que esto se debe a que cualquiera que habite en Londres usa los domingos para ir al Tesco o dormir, no para ir al Soho. Yo soy prueba de ello. A veces.


Nos despedimos de la peña en Piccadilly, y nos encaminamos a cruzar el río para ver esas maravillosas vistas. Nos tuvimos que parar porque Grillo y Lucha gustan de ver raperos breakdancers haciendo happenings de Gangnam Style en Piccadilly Circus.


El paseo por el río siempre es bonito y afable. Pero no había noodles. No tengo nada claro qué se cenó aquél día, pero algo me dice que Dixy. Habiendo escrito eso me ha entrado hambre, así que voy a comerme otra zanahoria.




Me comí esa zanahoria y una cosa llevó a la otra y me fui al supermercado y luego salí. Como era Halloween decidí que iba vestida de Lady Gaga yendo al supermercado. Porque entiendo que Lady Gaga cuando va al supermercado va vestida normal.


Prosigo.


Al día siguiente, lunes, decidí hacer un buen desayuno para mis invitadas para aplacar su hambre, esperando que atacase más tarde de lo habitual. Hice un buen desayuno de huevos, bagels, tostas, frutos, tomate, humus, zumo de naranja natural recién exprimido, café... Soy un buen churk. Por supuesto les duró la llenez estomacal sólo un par de horas. Humanos.




Sí que logramos ir a la Tate Britain a hacer algo de actividad cultural y turística. Descubrimos que alguien me pintó vestida de Enrique V, y vimos otra vez las esculturas del McDonalds,  y por supuesto nos perdimos durante varias horas que yo pasé mayormente en la tienda (la tienda).




Fuimos por el Chelsea College of Art a echar unas fikas. El Grillo se perdió en la papelería, como estaba previsto. Como estaba previsto.


No me puede gustar más LCD Soundsystem, CUIDAO.


Prosigo.


Estuvimos callejeando por Chelsea y cantando Los Flechazos, y en la vía del tren trainspotting desde donde se divisa Battersea. Gran sitio.




Y por supuesto fuimos a comer algo. Yo opté por una bolsa de patatas fritas y un agua vitamínica. Ahora soy fan del agua vitamínica. Es porque en el Pret A Manger no hay cerveza.

Y como nuestros horarios are fucked up, después de comer algo habíamos quedado para cenar en el Thai con Vanderbrucke, que es maja pero en serio, no como todos los que Lucha dice que son majos.


Fuimos a dar un pequeño paseo por Portobello, de noche y con todo cerrado, claro, porque somos mierda. También fuimos a ver a Damon, pero estaba en su casa y no paseando como esperábamos.


En el thai, plato estrella y dos pintacas buenas, y unas buenas fikas mientras el Grillo frotaba su cara contra los helechos, que es algo que el Grillo gusta de hacer y que en ocasiones acarrea como consecuencia arañazos y reacciones cutáneas adversas. Grillos.




Después convencimos a Lucha para ir al Old Swan a por otra pint como treat de final de viaje. No se durmió en la mesa esta vez, aunque casi. Car estuvo hablando con el camarero que era más francés que el Paso de Calais (yo sí que paso de Calais).


En el hogar, vimos I'm Disabled de IT Crowd. Ay, qué risa. DIOS.


Esto es el final de nuestras aventuras con Lucho. Hay cosas que no sé cuándo sucedieron y por eso no son narradas de una manera temporal, como el hablar como Penelope Cruz siendo imitada por Kate McKinnon y leer ingredientes de champú como Amodimethicone o Cetrimonium Chloride; o que Car vaya sola a Dixy y les diga que les bendiga su dios pakistaní; o que Lucha diga que se va a escalar con crampones y piolet y Car piense que son amigas suyas, María Crampones y Ana Piolet. 


El poner nuestros abrigos y bolsos en el suelo del club y bailar la danza arapahoe alrededor de ellos sí sé cuándo sucedió pero olvidé narrarlo. Fue bonito y espontáneo.


Troncas forever.



Friday, November 1, 2013

Are We Human or Are We Money Grubbing Whores?





Buenos días. Volvemos en el tiempo al viernes 18 de Octubre. Por algún motivo no salimos de las escuelas hasta las 2 o 3 de la tarde, para desayunar. Me imagino que el motivo es el habitual "me quiero rapar" por un lado y mi necesidad de ingestión de doble café en los días de asueto por otro.
Fuimos por London Fields, donde el grillo no paraba de quejarse de que no era otoño en Londres, hacia Broadway Market; otra vez para buscar un sitio donde tomar el desayuno. Cuando por fin elegimos, vino El Caballero como es habitual. En el Stories se les habían acabado las salchichas vegetarianas y por lo tanto no sustituían el item del desayuno vegetariano y no había platos satisfactorios. Eligió... mal.

Aún así, nos quedamos allí, tomando unas pintas de cerveza local y unos panqueques. No me gustan los panqueques, pero me gusta pedirlos, hacerles fotos, y sobre todo, llamarlos "panqueques", porque no es mi idioma y me hace reír cada vez que lo uso.


Anduvimos por las espaciosas calzadas del viejo territorio tribal de Catuvellauni, recreándonos en los chickenlagers que adornan las calles con sus botas por fuera, riendo frívolamente de la gente del barrio que no es capaz de montar en bicicleta, buscando el camino al siguiente whisky bar.

Pues al fin encontramos el Albion, pub de fútbol, con banderas del Athletic de Bilbao, en el que decidimos entrar para refrescar nuestros gaznates tras tales andaduras de nada menos que 350 metros hasta Goldsmiths Row.

Tras unas pintas en la terraza y unas conversaciones sobre Vicente del Bosque con los habitantes locales, continuamos hacia Bethnal Green en un camino lleno de señales al respecto de órganos reproductores masculinos.

Las tardes se marchan como trenes directos a Liverpool St que pasan sin que puedas hacer nada al respecto, mirando desde el gris andén y pensando en el tiempo perdido de espera que se hace eterno con cada movimiento de la aguja del reloj. Eso si tuviera un reloj, porque cierto Grillo tenía la misión de salir a comprarme uno.

Llegamos al Crobar, donde el Caballero Oscuro nos recibió con su habitual encanto. Tomamos unas Heinekens y nos fuimos al Karaoke reservado de 7 a 9, dispuestas a BonJoviear.


Somos más black metal que... Cantando Metallica. Y algunos clásicos, y el hitazo “I don’t care (I love it)”. Realmente cantamos fatal y deberían de arrestarnos. Car se rapeó Eminem bastante bien, salvo por el final que lo arruinó por completo. No es fácil ser rapera, supongo.

Y el camarero era más italiano que Sicilia. As per usual.

Ya sabéis que los humanos que rodean mi vida gustan de ir a comer a sitios en lugar de disfrutar de más bares y más cervezas, así que he de complacerlos y llevarlos a que ingieran alimentos. Fuimos una vez más al Friendly Inn. Allí pedí primero una ración de arroz, luego pedí otra. Hey, ya que estoy, yo también puedo ingerir alimentos, no? Sobre todo unos tan ricos como el simple egg fried rice.

Después de un espresso para la energía en el Bar Italia, where other broken people go, la noche se tornó heavy metal de terror en el Intrepid Fox y, tras hacer headbanging extremo con Judas Priest, cambié de opinión al respecto de soportar ese ambiente. Me cabreé con la humanidad por permitir a las suizas salir de casa con esos vestidos de fulana y sujetadores de tirantes color carne. Creo que hay que erradicar muchas cosas en este planeta. Se puede empezar por ahí, por las suizas. Se lo merecen, por neutrales.

Cambiamos de ambiente para poder participar en algo más adecuado a nuestros gustos, pero yo ya había sido tornada al lado oscuro del odio a la Humanidad y no iba a ser fácil. Fuimos a The Bar, donde por ser tías buenas como somos no nos pidieron dinero. Una vez dentro estaba claro por qué, ya que estaba lleno de tíos muy asquerosos en grupos de repugnancia. Mi odio a la Humanidad se convirtió en un rant feminista. Las tías tenemos que vivir con esa panda de tíos asquerosos que te dan la paliza con su asquerosidad. Si fueran tías feas, gordas, borrachas, malolientes y sudorosas las que van a los pobres chicos y les tocan, sería un espectáculo dantesco. Cuando son tíos, es simplemente la orden del día. Pues son unos hijos de puta.

Hombre ya.

El sábado. El sábado decidí que yo saldría la última de casa para acicalar mi cabellera con tiempo. Mandé a Lucha y Car a la Whitechapel Gallery, a la exposición de Sarah Lucas, porque total, era de objetos fálicos, vaginas y váteres y yo no estaba interesada.

Tranquilamente sequé mi pelo, me puse un buen outfit de Cyrano de Bergerac y cogí el autobús hacia la galería. Llamé al teléfono a Grillo para ver dónde estaban, asumiendo que estarían cerca de la galería tras haber visto la exposición. Me contestaron que habían decidido ir andando pero que ya estaban al lado. Entonces supuse que las encontraría en la exposición cuando yo llegase.
Cuando yo llegué las busqué por la galería, vi la exposición de objetos fálicos, vaginas y váteres y no las encontré.
Pensé que es que no había mirado bien, así que di otra vuelta, analizando objetos fálicos, vaginas y váteres en el proceso. Por segunda vez.
Salí fuera y llamé. No habían llegado porque se habían perdido de nuevo por un failure grillil, así que esperé fuera echando una fika.
Y cuando llegaron, bastante rato más tarde, quisieron echar un vistazo a la exposición. Así que vi los objetos fálicos, las vaginas y los váteres una tercera vez.


Y con esto eran las 4:30 y querían desayunar/comer. Yo no tuve objeción y fuimos al Meat Mission de Hoxton. Allí pedimos cosas, patatas fritas y una cerveza muy grande en una garrafa muy afable.

De ahí nos fuimos al Reliance, pub de descanso de buena iluminación, a tomar café, ginebra y cerveza. De repente empezó a entrar gente de Ribadesella y el pub se llenó de ellos, con sus Quechuas, sus Chirucas, sus CHUBASQUEROS!

A partir de ese momento todo el mundo es de Ribadesella.

Esa noche había una Prohibition Party en Bloomsbury a la que no íbamos a ir, pero Car quería ir a la puerta a ver a los chickenlagers que irían vestidos de años 30, alegando que le gustan más que el arte moderno (@shitthatcarsays). Así que allí fuimos, a estar en la puerta viendo pasar al personal, aunque pareciese que habíamos ido a vender droga.
La peña no iba demasiado bien vestida. En general eran todo tías con plumitas y zapatos completamente inapropiados para la época. Pasamos de vagas críticas a un outrage sobre la falta de fashion-sense de la gente. Pero como yo no sé hablar español pues tampoco debería criticar a nadie por nada.

Ya que estábamos allí en Bloomsbury Square, Car dijo que en esa plaza estaba la casa de Virginia Woolf y que podíamos ir a ver su plaquita. Así que dimos una vuelta a la plaza mirando todas las casas en busca de tal plaquita.
Vimos la plaquita.


Claramente era el dermatólogo de Virginia Woolf. Algo es algo.

Tras mirar en Google todos los lugares de residencia que había tenido Virginia Woolf a lo largo de su miserable vida, decidimos no ver ninguno de ellos y partir hacia Islington y algún buen pub de los cienes que hay. Me salté el Rattlesnake o Rattle and Rat porque de alguna manera no lo encontré en mi camino. Pero preferí el Slim Jim’s o Slim be Slims o Brothers be Brothers. Nos querían hacer pagar allí, a las 22:01, porque a partir de las 22 había que pagar, así que tuvimos que marcharnos.
Volví a la vida con el prospecto de ir a Old School Indie a bailarnos unos Arcades Fires más tarde.
Acabamos en el Camden Head que normalmente está petado pero ese día no. Ese día había buenas gentes y sitio en la terraza. Conseguimos sitio en la terraza tras cambiarnos dos veces de mesa.
Vino un tipo aka Georgie Best con su pelo de Georgie Best a decirle a Lucha que le gustaban sus gafas y a hacernos un truco de magia en el que masticaba un billete de 20 pounds. Vimos el billete masticado entre sus muelas cuando nos trató de enseñar que se lo había tragado pero obviamente no hay que decírselo para no ofenderle. En todo esto estábamos ojo avizor porque aunque era un borrachillo encantador, hay que mirar a tu alrededor por si su amigo está tratando de robarte mientras tú te distraes con magia. Que hasta Brad Pitt le roba a Thelma en el motel.

No llevábamos 5 minutos en la terraza y tuvimos que levantarnos porque la cerraban. Te dejaban quedarte de pie en el callejón y apoyar las pintas en las mesas, though. Algo es algo.
Volvió Georgie a cantarnos una canción que decía “Tease me Tease me Tease me” a lo que Car entendía “Matisse Matisse Matisse”. Una canción garagera sobre un renombrado pintor, claro que sí.
Lucha hizo de las suyas de ir tarde y fue demasiado tarde.

Nos fuimos al Old School Indie. Yeja! Desafortunadamente tocaba Brit Pop Night y no pude arcadefirear, pero yo lo pasé bien. Conocimos al cuarto o quinto novio de Car que realmente me amaba a mí, Hank Warren de Mumford and Sons, y luego a los heroinómanos que querían invitarnos a su casa.

Ya estoy cansada de tantas aventuras. Adiós.