Tuesday, January 21, 2014

I'm fine


Estaba pensando en contar la historia que básicamente ha marcado el fin de mi 2013. La historia de por qué, debido al estrés laboral, al desquiciamiento que a veces provoca la interacción humana , al hecho de que el pub que está “a la vuelta de la esquina” se encuentre en realidad dos boroughs más allá y tú no lleves abrigo; y a otras variables menos destacables, me levanté una mañana de noviembre con media cara paralizada.

Pero no voy a hacerlo. Creo que no queda nadie que no la haya oído. La guardo para mi repertorio de conversaciones de ascensor, junto con “por qué eres vegetariana” o “por qué vas de negro”. Tengo unas respuestas muy elaboradas, con sus punchlines, y si acabo escribiendo sobre ello, la gente dejará de creerse que soy espontánea y elocuente.

La cuestión es que poco a poco voy recuperando el control sobre mi expresión facial. Podríamos decir que me lo merezco por reírme tanto del episodio de I’m Disabled de The IT Crowd. Pero también ayudo a ciegos a cruzar la calle. Es una cuestión de balance en mi karma, y pienso que debería ser positivo.

En cualquier caso, estoy saliendo de esta. Ya puedo fingir que no me pasa nada, y, salvo en los ataques de risa en los que mi lado derecho muestra mucha más efusividad, la gente tiende a no darse cuenta y quien no me conoce simplemente piensa que soy de naturaleza seria. Yo me ocupo de decirlo, de todos modos, para que nadie piense que les miro con profundo desdén a propósito. Porque a veces sí es a propósito y me gusta que sean conscientes de ello.

Dicho ya esto, puedo proseguir a contar mis aventuras. En los primeros días de noviembre se puede decir que mis aventuras fueron ninguna. Los médicos me prohibieron beber, bailar y reír. Bueno, no me prohibieron reír, pero ya me dirás tú de qué me voy a reír si no puedo beber o bailar.
Por supuesto me salté algún que otro consejo médico y me fui a ver a Suede a la Riviera a beber Fanta naranja y bailar muy poco. Por suerte me rodean fantásticos amigos, y el nexo que nos une y fortalece nuestros lazos no defraudó. Prueba A:



Mentiría si dijese que no me importó no poder beber o bailar en tal magnánimo evento. Pero lo pasé en grande, y ningún contratiempo iba a impedir que yo asistiera a ese concierto. Ninguna enfermedad, ningún viaje a Lisboa. Nada.

También tuvimos ciertos fracasos, como no puede ser de otra manera en el clan de los fracásibols. Una de las medallas fracasibles se la vamos a colgar a Ferio, por llevarnos a un restaurante caro a cenar. La culpa la tenemos todos los demás por no cuestionar la decisión, pero la medalla se la tenemos que poner al líder. En esta situación que nos ocupa yo llevaba tan sólo dos días con la cara en desuso. Si bien comer era difícil, comer en público era imposible. Pero nos reímos. Nos reímos mucho cuando llegaron los platos de €17 que contenían 4 raviollis cada uno.

Tras ese fracaso, la siguiente reunión, mucho más satisfactoria, fue la Fiesta de la Tortilla. Por muy poco dinero y gracias al trabajo de otros, pudimos comer tortillas y quesos en amor y compañía. Luego todo se estropeó cuando subimos al cubo de Troy, pero fue un buen día.

Acabé pasando veinte días en Madrid, mayormente encerrada entre casa, el pueblo y el dentista. Estoy muy agradecida a mis familiares, perros, empleadores y dentistas por dejarme la oportunidad de estar enferma y tirada en un sofá sin hacer nada. Siempre es un placer, y soy consciente de que otros en mi situación no lo habrían tenido tan fácil.

Una vez abandoné mi medicación, aproveché para beberme todas esas cervezas que habíamos dejado en el camino de una manera tan poco elegante. Adiós, Fanta. Adiós, Aquarius. Adiós, infinitos vasos de agua con pajita.

La vida de El Hak sigue su curso. Cosas como no poder parpadear con soltura o parecer La Bestia tratando de comer sopa cuando bebo de una botella de Heineken no pueden parar este tren de diversión. Tren que ciertamente descarriló y hubo que ir recogiendo en pedazos desperdigados, pero hey, ya casi hemos vuelto a la vía.

Las aventuras de diciembre las dejo en el cajón por el momento. El público no está preparado y yo tengo otras cosas que hacer ahora mismo.