Wednesday, August 28, 2013

Hoy hablaré del tiempo.



Aquí en Londrak hay que salir de casa con la maleta como si de una mudanza se tratase.

Hoy hacía frescor matinal y había una tupida niebla mordoriana que no me permitía ni ver el Shard desde mi ventana. Por este motivo me he enfundado mi cazadora de cuero hackneyana y me he echado a la calle, terriblemente tarde, para acudir a mi lugar de trabajo.

En mi lugar de trabajo hace mucho frío por el aire acondicionado mal regulado, como siempre después de un bank holiday. Así que también tengo que llevar en una bolsa una chaquetilla para poder trabajar/estar en mi sitio fingiendo que trabajo sin morir de hipotermia.

La Waterloo & City line tiene un microclima húmedo y cloáquido que yo atribuyo a eso de ir por debajo del río. En este trayecto de 4 minutos has de ir preparado para poder quitarte de encima cuantas más capas sea posible o serás Diana Ross para el resto del día.

Al llegar a Waterloo y echar una fika en el aparcamiento de bicis con tu café de Costa® es menester llevar algo que no absorba el olor de los efluvios que suelta la parte de atrás del Pret A Manger.

En el tren de las 9:12 puedes llevar lo que quieras ya que no va nadie en él porque nadie llega 45 minutos tarde a trabajar. Ni siquiera yo. Yo llego 75 minutos tarde porque hace sol y paso de pagar £4.75 a un taxista que nunca me ofrece darme el cambio de £5.

En esos 25 minutos de caminata por el bosque has de ponerte y quitarte tu cazadora hackneyana dependiendo de si vas por el sol o por la sombra. Esta operación es bastante incómoda ya que ya de por sí llevas el bolso y la bolsa con la chaquetilla, así que eliges una opción u otra: a) helarte o b) que parezca que estás bajando la cuesta que va del camping al pueblo en Benicassim.

Al llegar a tu destino, sudando como un cerdo engrasado por haber elegido la opción B, has de enfrentarte a la combinación de aire acondicionado de 5 grados y temperatura corporal de 40.

 Y este es mi relato sobre el tiempo.

Por lo demás, ayer me fui al cine de Wimbledon a ver We’re The Millers y reí como aquel cochinillo feliz. Detrás tenía a un tipo que no paraba de decir “Oh wow” cada vez que algún personaje decía una salvajada obscena. No fueron pocas veces.

De camino a las escuelas iba a hacer una parada técnica en casa de Jim y Ariel porque son una gente maravillosa que va de vacaciones a Barcelona y me trae dos botes de Pueblo.
La parada técnica, cuando tus amigos viven en el Celinto Cateyente con vistas a Battersea y al río, no puede ser de 10 minutos, y es obligado sentarse en la terraza, tomarse una Heineken fresca y no parar de decir OH WOW como el tipo del cine.

Agradecer a los fans del Arsenal que me llevase 50 minutos llegar a casa. Al menos estaban muy contentos tras la victoria.


Bueno, voy a trabajar, que si no, no me va a dar tiempo a irme a comer doce pizzas.

Tuesday, August 27, 2013

Bank Holiday comes six times a year


Aquí estoy de nuevo.

El fin de semana de la barbacoa infernal ha llegado a su fin, y con él también se han terminado mi dignidad, mi integridad física y mi buena reputación.

Vale, no tenía ninguna de esas tres cosas antes. Silencio.

Sólo me queda un fin de semana de verano, y será el último antes de empezar un otoño de clausura. Diré que pienso irme por la puerta grande, voy advirtiendo.

El viernes estuvimos en el concierto de Suede nº 17. Fue bastante mítico, si bien teníamos delante, como siempre, a la persona peor vestida del mundo, con un chándal rosa y una camiseta de A New Morning.
El alrededor escénico era idílico y frondoso, y con baños de lujo. El bar era como en todos los festivales, con una cola que llega hasta el domingo que viene. Pero servían botellas de Becks de PVC y eso hacía que pudieses comprar tres a la vez y meterlas en el bolso y no tener que volver.

Después del tradicional disfrute y la tradicional decepción con las canciones nuevas, nos fuimos a engordar el número de pubs que hemos de visitar. No vamos a poder terminar los 80 antes de Septiembre por problemas de logística de gente que coge y se va a vivir a un pueblo perdido, pero mi cartera lo va a agradecer.

Tras la elegancia de The Spaniard’s Inn, nos fuimos a la decadencia de The Hideaway. Después de eso, al Aces and Eights, donde había gente mayor y fea. Eso está bien porque nos hace ser The Beautiful Ones.
Tras unas patatas de kebato bastante sabrosas, conseguí irme a casa sin dormirme en el búho a las 4 de la mañana. Una vez en las escuelas, me comí todos los Krispies.

El sábado era la barbacoa. Y fue la barbacoa para siempre.
De camino allí, en el eterno viaje de Overground hasta Acton, estuve mirando el plano de metro. Me puse a analizar el número de paradas que tienen acceso para sillas de ruedas entre calle y andén, y entonces pensé en el Teniente Dan. El Teniente Dan y sus piernas nuevas. Y entonces me puse a llorar porque Forrest Gump Jr es TAN LISTO, JENNY.

Cuando el overground se para en Willesden Junction y ves el cementerio de neveras y el HORROR, te ves transportado inmediatamente a un mundo apocalíptico de Mad Max. Si alguna vez tengo que volver a bajarme en Willesden Junction perderé la voluntad de vivir.

En la eterna barbacoa hubo de todo, incluyendo un olor a vaca ahumada que siempre estará en mi capa de hobbit, juegos de charades de treintañeros donde el protagonista siempre es Ben Affleck, drinking games de los Goonies y, cómo no, gente fea y acélguica.

Yo quería irme a mi casa pero no había manera de irse, así que dormí en un beanbag con cuatro personas.
Por la mañana también quería irme, pero tenía hambre y quería que me diesen de comer. Nos alimentaron y a las 11:59 nos fuimos al pub a tomar algo al sol. El día anterior no había hecho más que llover y no estábamos preparados para dar por zanjada la barbacoa.
Y así, de repente, eran las 11 de la noche otra vez y era necesario ir a cantar al karaoke, porque subirse al banco del pub y cantar Motherlover entera no era suficiente.

No conseguimos ir al karaoke y sólo conseguimos ir a más pubs. Bailé Rihanna, y no voy a decir nada más al respecto.

Volver a casa tras varios días vestida de Hobbit es duro. Por suerte es Hackney y nadie se sorprende por nada.

Auro me revivió en Casas de Peña con un montón de tortillas y limonadas.

Después me fui a mi hogar a ver Newsroom y Breaking Bad como hacen las personas. I like you, Kieffer.

Me fui a dormir a las 10 de la noche, lo que hizo que me levantase a las 4:38. Sorprendentemente he llegado a tiempo al tren de las 8:12. En él, se encontraba uno de los commuting characters que más desprecio, que es la desgraciada que decide que el mejor momento para pintarse las uñas con un esmalte apestoso es en un tren sin ventanas y con mucha gente.


Je travaillerai. Adiós.

Thursday, August 22, 2013

Hoy llueve.



Salí de casa con un paraguas que no es mío y que es mucho mejor que el mío. Se me han ofrecido los tres paraguas que había que no son míos. Así que he pensado que podría llevar los tres paraguas y así saldría en las noticias del Metro de mañana: “La conocida Loca de la Llama se pasea por Threadneedle Street con tres paraguas abiertos, aterrorizando a los trabajadores de la banca londinense”.

Siempre que llueve me acuerdo de Salzburgo.

Gracias a la lluvia he conseguido el look setentero que siempre había querido. Pienso que necesito un peto de Formula 1.

Hoy no me he pasado de parada, y he hecho dos buenas acciones para el prójimo. Voy a ser la próxima Bill Gates, con su altruismo pero sin su dinero.

Me embriaga la emoción porque esta noche voy a ver a Rob Delaney. La pobre niña sola se va sola a un comedy show, pero se va a reír. Reír, no más, hasta reventar. Pues sí, reír, más buen humor me da a mí.

Mañana voy a ver a Suede en el lago de Kenwood Park y el pronóstico del tiempo anuncia que será un día soleado y perfecto. Trabajaré desde las escuelas y luego me pasaré tres o cuatro horas eligiendo qué outfit igual que todos los demás ponerme. Aún no me he comprado el vestido de flores, pero va a ocurrir.
Estoy también muy emocionada por ver a Suede. La gente me pregunta cuántas veces he visto a Suede, y realmente no lo sé, así que voy a contarlas para que quede constancia.
Veamos:
1.       10/11/1996 – La Riviera, Madrid
2.       20/04/1997 – Aqualung, Madrid
3.       09/08/1997 – Benicassim
4.       05/05/1999 – Caracol, Madrid
5.       07/08/1999 – Benicassim
6.       15/12/1999 – La Riviera, Madrid
7.       04/08/2002 – Benicassim
8.       26/11/2002 – La Riviera, Madrid
9.       22/11/2003 – La Riviera, Madrid
10.   28/11/2010 – Elysee Montmartre, Paris
11.   21/12/2010 – Brixton Academy, London
12.   19/05/2011 – Brixton Academy, London
13.   20/05/2011 – Brixton Academy, London
14.   21/05/2011 – Brixton Academy, London
15.   09/09/2011 – Berlin Festival
16.   30/03/2013 – Alexandra Palace, London

Qué número tan decepcionante! Les culpo a ellos por separarse durante 7 años, y especialmente a Brett por hacerme perder el tiempo yendo dos veces a verle en solitario. Mañana serán 17 veces y en Noviembre en Madrid, 18. Cuando sean 20, a lo mejor dejo de ir (mentira).

Me ha costado mucho hacer ese compendio de fechas y han pasado unos 45 minutos. Tendría que trabajar. También tendría que salir a echar una fika. Voy a hacer lo segundo.

No pienso trabajar aún. Total, es casi la hora de comer.

Hoy ha vuelto a abrir la cantina de la oficina tras una fuga de gas que hubo ayer. Podíamos haber muerto todos. Bueno, yo no, porque yo estaba en Woking haciendo el retard.
Lo bueno fue que gracias a eso nos fuimos a comer al Hand & Spear, al sol con las avispas. Me tomé media pinta porque me dio reparo pedir una entera mientras todo mi alrededor bebía Coca Cola Light.

Por la tarde fui a casa de Cheech y nos tomamos unos cócteles de champagne con licor de Edelweiss. Luego nos fuimos a probar una nueva pizzería del barrio llamada Venerdi. Tenía muy buena pinta, y aunque a mí la pizza me gustó (Margherita, always a winner), no era el mejor lugar del planeta. Las camareras te lanzaban el menú en la mesa y había una serie de mesas superpobladas de gente no-hipster no-joven que celebraba sus cumpleaños. Ocurrió en dos ocasiones, y cuando llegaba el momento, les traían una tarta, les cantaban Happy Birthday, y acto seguido sonaba un ruido atronador en los altavoces y empezaba una canción de salsa a todo volumen. Salsa. En un restaurante italiano. A todo volumen. Era bastante desagradable.
Lo digo siempre, no está bien innovar.


Bueno, adiós, me voy a comer. Pec 1 - Productividad 0.

Wednesday, August 21, 2013

Fracásibol (III)

Hay cosas que no debería hacer públicas porque me dejan a la altura de un pequeño insecto que se cruza en tu camino en la carretera que cruza el Heath. Pero si no relatase todas las veces que fracaso miserablemente en la vida, probablemente no tendría nada que contar.

Los últimos ejemplos han tenido lugar en un intervalo de pocas horas.

El primero es que ayer compré dos entradas gratis para ir a ver Kick-Ass 2. Compré dos porque iba a ir con otra persona, no porque tuviera la esperanza de ir con otra persona. Mi acompañante no pudo ir, así que le ofrecí venir a todas las personas que conozco en la ciudad zonas 1 a 3. Esto es: Nacho, Adri, Txema, Auro, una chica que acababa de conocer hacía 10 minutos llamada Alba, Aurore, Cedric, Pablo, Ryan, Vir, Julia y un tipo que me encontré en la parada del autobús. NADIE vino. GRATIS. NADIE. Así que me compré una cerveza y unas palomitas, y cené eso y de postre la entrada extra. La peli me gustó mucho, especialmente porque soy una vieja verde.

No me importa ir al cine sola, pues es algo que hago semanalmente. Simplemente os lo digo para que veáis cómo sois.

Esta mañana me he levantado tempranito y he decidido, como es habitual, perder el primer tren. Perder el primer tren me permite darme un paseo desde Liverpool Street hasta Bank, entre ejecutivos y banqueros, sintiéndome la mujer de rojo de Matrix, que destaca por su belleza y estilo en un mundo de trajes grises y corbatas anchas.
Cojo mi café en el Costa® de fuera, que pasa desapercibido y está vacío, mientras la gente hace cola en el de dentro de la estación durante 8 minutos. Echo mi fika que tengo guardada encima de mi oreja y tomo mi café mientras camino al ritmo de alguna trepidante melodía. Hoy fueron los Strokes. Los Strokes se ven interrumpidos por el incesante TIRURI del Whatsapp con el que me deleitáis todas las mañanas cuando no quiero puedo contestar.
Cuando llego al tren de las 8:42 holgadamente me siento, deposito todos mis bártulos a mi alrededor y saco mi teléfono dispuesta a contestar Whatsapps, como la gente corriente. Por supuesto este es el momento en el que todo el mundo decide no contestarme a nada, así que lo dejo y saco mi libro.
Hoy estaba enfrascada en mi lectura, con mi café, en mi Quiet Zone, con las piernas estirás, mientras el sol de la mañana me daba calorcito. Qué trayecto tan agradable. Tan agradable ha sido, amigos, que he llegado a Weybridge y ha sonado el pitido de cuando se cierran las puertas para que el tren SE VAYA de la estación. Me he levantado corriendo y he intentado abrir la puerta; he implorado a gritos al revisor que me la abriese. Me ha dicho que no tenía el control.
Y así es como me he ido a WOKING a echar la mañana. Para que os hagáis una idea, esto es como si estás en el AVE a Segovia y te pasas de parada y te vas a Valladolid.
Y en este intervalo de alteración y estrés es cuando volvéis a tener actividad en el Whatsapp y me escribís mientras busco confusa el andén que me lleva de vuelta, rogando al Señor que no aparezca un revisor y me multe £20 por mi mera estupidez.
Por suerte, sólo he tenido que esperar 15 minutos al tren que volvía a Weybridge. Tras diez minutos en tensión, he conseguido llegar, sin pagar extra, a mi destino. Y luego he caminado hasta la oficina. En total sólo he perdido 50 minutos de trabajo que nunca recuperaré. No es para tanto.
Por supuesto el camino a la oficina vuelve a poner el Whatsapp on fire y escribo mientras me doy en la cara con los ramajes. Lo de siempre.


Acaba de llegar un e-mail diciendo que hoy no hay comida en Weybridge. El destino no quiere que venga a esta oficina, y creo que lo estoy desafiando.

Tuesday, August 20, 2013

No se me ocurre nada.



El menú del día se presenta especialmente repugnante hoy. Atún, puerco y, para los vegetarianos infelices como yo, tartaletas de cebolla y queso de cabra. Sabéis dónde se pueden meter las tartaletas, ¿verdad?

La vida es muy dura. Con lo bien que desayuné, comí y cené yo ayer. Krispies, lasaña que llevaba mi nombre (Lasaña Alvarado) y Khao Pad Veg en el Churchill Arms.

Por suerte, salvo por lo de venir a trabajar, el resto de la vida va bastante bien.

Ayer en el metro de vuelta sonó Ceremony de Galaxie 500 en mi shuffle. Como siempre, me emocioné, y tuve que ponerla otra vez. Y así en Repeat 1 hasta que llegué a las escuelas, donde la puse en la minicadena otras 7 u 8 veces antes de irme a dormir. Esta mañana la he escuchado desde el tren de Hackney Downs de las 7:39 hasta Earlsfield a las 8:34. En Earlsfield ya me he cansado. Estaba pensando que a lo mejor podía salir en los periódicos de 2025 en plan “Escucha sólo la misma canción desde 2013: ‘Todo empezó porque me había tomado cuatro cervezas y me emocioné en un tren en la noche, y así seguí todos estos años’”.
Desafortunadamente no puedo ser tan rara. No podría escuchar Just Like Honey, temazo que acabo de escuchar y que me ha dado vida y calor interior. Voy a ponerla otra vez.

Y desde que escribí eso la he escuchado ya cuatro veces. Si la dejo desde ahora (12:38) hasta que me vaya de este agujero infecto (17:25), con 5 pausas para echar una fika de 7 minutos cada una, puedo escucharla 82 veces y media.

Me voy a echar una fika.

Mientras fumaba he decidido dos cosas: que me voy a ir a la playa y que me voy a comprar un vestido de flores. Y ahora me voy a comer un repulsivo sandwich de Brie y pepino mientras pienso en lo bien que estaría yo en la playa con mi vestido de flores.

Os dejo con un poema:

El lago seko
Reflejaba el vacío
De mi alacena.


Monday, August 19, 2013

Suave y Azul

No existe Suave y Azul. Alguien hizo un redoblaje con "Peludo y Azul" y el original se perdió. Como con Esta Casa es una Ruina. Los redoblajes sí que son una ruina.

La canto en inglés, aunque no es lo mismo. Pienso que la vaca duerme y a lo mejor la estoy molestando con mis cancioncitas. Eso espero. Ahora canto "gap 0%" con la misma melodía. Cero por cientoooo, tengo un gap de cero por cientoooo. My model rocks. Es porque me ha ayudado OLA:


Si es que así da gusto trabajar. Mírala, tó intelectual.

Pues el verano del terror sigue su curso aquí en las praderas de Jakni. Este fin de semana ha sido comedido y no he hecho el mal aunque haya hecho un poco el mal. Voy a elegir olvidar qué ocurrió, pero voy a pediros que si podéis, la próxima vez que salgamos, me atéis a un palo en la puerta del pub, con unas fikas, y vayáis saliendo a saludarme de vez en cuando.

El viernes fuimos a ver a Johnny Dean de Menswe@r con la Nuisance Band. Agradezco a mis acompañantes haber venido a ver algo tan freak del Brit Pop. Me di cuenta de que me meto mucho con los góticos pero la gente que vamos a conciertos de Menswe@r estamos en peligro de caer en la reminiscencia patética de los darjolitas de 45 años. Hablaremos de esto en 2016.

El sábado me invitaron a comer paella familiar. Fue una velada magnífica culminada en Primrose Hill y en el Enterprise con una Heineken fresca.

Luego caí en el pozo.

Ayer, domingo, decidí que iba a ser un auténtico domingo de esos de estar en pijama. Mi decisión se vio retada por varios obstáculos.
El primero fue que la leche de soja orgánica Alpro® que había en mi nevera estaba podrida. El segundo que realmente todo lo que había en mi nevera estaba podrido también.
Esperé a que abriese el Tesco 24 horas que no abre 24 horas y me fui hasta allí. Mi aspecto de flequillo sucio era el mismo que habría tenido estando en pijama, pero con pantalones de Bruce Dickinson y cinturón de calaveras.
Tras hacer una compra de dudosa calidad nutricional, volví a ponerme el pijama y me comí no una, sino dos hamburguesas de Quorn®, mientras veía Diez Razones Para Odiarte. Fui capaz de esquivar las ofertas de diversión y algarabía cual Serena Williams a raquetazo limpio.
Parecía que iba a poder completar un glorioso domingo de Sweet F.A. y estaba a punto de celebrar mi nueva vida monacal. En ese momento de contemplación se me ofreció un plan con una Thermomix llamada Hans que no pude rechazar. Tuve que volver a vestirme de Bruce Dickinson, pero cinco horas más tarde. Esto es, con el flequillo muchísimo más sucio. Volví a Tesco.
En el Tesco los domingos a las 4 se celebra La Hora del Hipster, en la cual van todos, algunos más sucios que otros, a hacer la compra de la semana con resaca. Yo era la más sucia, pero no la más hipster. Nunca lo seré si me encuentro cosas como una chica con cangrejeras de plataforma rosas con purpurina transparente encima de calcetines grises, con leggings del ying y el yang y gafas de pasta a juego con las cangrejeras. Yo lo admiro. No podría ir así de raro aunque quisiera, porque la combinación cromática de mi vestuario es de OCD. Exhibit A:


Puede alguien ayudarme, por favor? Yo quiero llevar más ropas. Algo, por ejemplo, suave y azul.

Voy a dejar de escribir, porque el cero por ciento tiene algunos errores que Ola no puede resolver sola.
Adiós.

Thursday, August 15, 2013

Apatía

Mi vida es un bucle, Matrix.

Os comentaré que el Martes decidí no salir y quedarme en casa viendo Falcon Crest. Bueno, viendo Breaking Bad. No me acordaba en absoluto de lo que había pasado en los episodios anteriores, así que me dediqué a darle al pause cada 10 minutos y leer la Wikipedia.

Fue una tarde insulsa en la cual ni siquiera recogí los zapatos que hay por el suelo de mi cuarto.

El suelo de mi cuarto está lleno de zapatos. Desde hace varios días. Varios días en los cuales ni siquiera he estado ocupada. Los he mirado con apatía. Están ahí, tirados, desparejados, sin ninguna simetría o paralelismo. No sé por qué estoy dejando que esto ocurra, pues no puedo parar de pensar en ello.

Mañana sin falta los recojo.

También hay una montaña de ropa en la bolsa de la ropa sucia. Una montaña que está a punto de sobrepasar en altura a Butler, mi mueble de cajones. Este volumen es debido fundamentalmente a las sábanas, pero ayer tuve que añadir todo mi outfit del día, chaqueta incluida, gracias al hedor que desprendía.

Mañana pongo la lavadora.

El hedor de mi persona y mi outfit se debía a que fuimos a cenar a Ed’s.  Acabamos allí porque no pudimos entrar en Honest Burgers. De camino nos llovió encima. Todas estas contrariedades desembocaron en dos personas normalmente muy atractivas y elegantes con cabello de Rachel convertidas en dos hobbits de pelo encrespado que huelen a perro mojado que vive en la parte de atrás de un restaurante de comida rápida de cuestionable calidad en el medio de una carretera perdida de Albuquerque.

Con esa pinta nos metimos en el cine. Pedimos dos palomitas pequeñas por £400 cada una. Nos sentamos en nuestro sitio. Nos pusimos nuestras gafas 3D. Las palomitas estaban hechas en aceite de ajo y putrefacción. Ni siquiera pudimos comerlas. £400 a la basura. Yo me fui a por cerveza.

Comenzó la peli. Pacific Rim. Creo que nunca he visto una mierda tan grande en mi vida. Salvo por esto:



Pero ni por eso. Tuve que salir a echar una fika en mitad de la proyección. Total, ya apestaba a cadáver frito en grasa de cadáver, así que por añadirle un toque de eau de tobac no creo que molestase mucho al que tenía al lado. El que tenía al lado me cayó muy bien, porque se reía igual que yo en las absolutas chorradas que ocurrían en la puta película. También traté de pedir otra cerveza, pero el puesto estaba cerrado. El dependiente me ofreció café, que es lo que tenían. Le expliqué que precisamente no quería estar demasiado despierta para ver esa porquería. Me miró con empatía. Creo que ha visto Pacific Rim.

Al salir me habría tomado algo, para intentar pasar el mal trago de esa experiencia, pero no quería someter a nadie a mi presencia, tanto visual como olfativa. Tal era mi malestar que casi me voy andando a casa para que no se me sentase nadie al lado en el autobús.

Se me sentó uno al lado en el autobús. Eso fue después de que subiendo las escaleras se me enganchase el bolso a la barandilla y me quedase a lo Super Mario sin poder avanzar hacia arriba. Me ayudó un hipster a desengancharme. Yo, que no quería llamar la atención.

Al llegar a casa tuve que bajar la basura que la vaca no iba a bajar. No, no he creado www.vivimosconunavaca.com, porque sería demasiado agresivo. Al menos fregó las tazas y las dejó escurriéndose. Cuántos días estarán escurriéndose? Yo calculo que alrededor de una semana y media, NO VAYA A SER QUE NO SE SEQUEN.

Dormí, no muy bien, porque el otoño ha llegado y es necesario poner de nuevo el edredón.

Mañana lo pongo.

Hoy, aparte de dormirme y llegar tarde etc etc, he descubierto que Marquee Moon dura exactamente lo que se tarda desde que el tren llega a Liverpool Street hasta que yo llego al Costa Coffee® de Waterloo.

También he descubierto que Supernaturally de Nick Cave está infravalorada y es una obra maestra.

He decidido venir andando por el prado en lugar de coger un taxi, mientras escribía un e-mail de esos en los que me quejo a mis jefes. En este paseo me he dado con varias ramas en la cara y me he sorprendido a mí misma hablando con un ave gorda. Me ha gustado su aspecto y le he dicho “Y tú qué eres, ave? Me caes bien!” en alto. Mark Wahlberg talks to animals.


Por último, comentar que a pesar de haber borrado el Candy Crush, sigo viendo patrones de Candy en las caras de la gente, en los logos, en Idris Elba cuando da su arenga final antiapocalíptica. Minas de coltán para esto.

Tuesday, August 13, 2013

Matrix


Tengo la certeza de que vivo en Matrix y las máquinas están ajustando la red hacia mi persona.
Hoy he compartido un taxi y mi compañero se ha dejado la cartera en casa.

YA, CLARO.

También tengo la certeza de que me están vacilando con las tacitas del té en el fregadero durante dos días. Pues pienso sortearlas. Sortearlas hasta que tenga que hacer malabares para fregar una sartén, pero tus tacitas te las friegas tú.

Los hotfixes de Microsoft están haciéndome perder la paciencia. Me voy a echar una fika. Y ahora me voy a una reunión. Pero luego voy a escribir algo. Algo sin sentido. Por joder a Matrix.

Dios mío esta reunión es una pesadilla.

Me pregunto por qué han hecho Los Pitufos 2. Yo en general veo mierda y me gusta, pero Los Pitufos 1 no me gustó. Y eso que era en Nueva York. No entiendo nada.

Mi vida trepidante ha dado un giro. Ayer cené judías verdes con patatas y vi la tele. Tras cuatro intentos fallidos, por diversos motivos, de terminar de ver el último episodio de The Killing, lo conseguí ayer. Me aburrió y me decepcionó, se hace saber.
Luego vi Newsroom y ya todo fue bonito.
Y luego perdí el tiempo miserablemente en lugar de irme a dormir. Pero dormí. Hoy me he despertado con “It’s raining today” de Scott Walker y me ha parecido muy bien. Sobre todo porque no estaba lloviendo.

He decidido perder el primer tren e ir tranquilamente al segundo, con un buen café y una buena fika. Mi inteligencia una vez más se pone en entredicho porque gracias a eso he tenido que gastarme £14.50 en el billete de tren y £5 en el taxi, en lugar de sólo £11.50. Sólo.
Pero Vonnegut y yo lo hemos pasado bien en el tren. Empecé a escuchar toda mi música desde la letra A en orden alfabético la semana pasada y hoy he terminado el ciclo con los números y “2000 light years from home”. Esto significa que tengo cuatro grupejos en el iPod, que siempre escucho lo mismo, y que me va a dar una sobredosis de Nick Cave, especialmente porque la mitad de sus canciones me alteran. Yo creedme que intento variar, pero cuando varío acabo escuchando sólo la misma canción en bucle. Voy a empezar a escuchar sólo sonatas de piano.

Por la mañana es fácil escuchar sonatas de piano, ya que el tren está vacío y tengo mi Quiet Zone para mí.
Por la tarde es otro cantar. Ni poniendo Bon Jovi a todo volumen puedo acallar las conversaciones de los oficinistas que viven en Clapham y que se encuentran en el tren porque trabajan para las mismas asquerosas corporaciones y deciden que la Quiet Zone es el sitio idóneo para hablar de sus mierdas.
No es ya sólo su tono de voz ni el hecho de que es la QUIET ZONE, es que hablan de mierdas. Cada vez que me encuentro con ellos y sus discusiones de presupuestos y sucursales en Hong Kong, sólo quiero trabajar en una granja ordeñando cerdos, con un peto vaquero y un pañuelo rojo atao a la frente.
Y todo este viaje fantástico por el módico precio de dos millones y medio al mes.

Bueno, creo que ya me he quejado suficiente por hoy. Voy a comer un apestoso sandwich de algo que no me guste.

He puesto una foto del monstruo de paja gigante de la Tate Britain. Es como el Monstruo de Paja y Chelsea, pero moderno, gigante, y probablemente pirómano.

Monday, August 12, 2013

Las peripecias del churk



Escribo esto porque mi modelo tiene un gap de 0.46% desde hace 2d 17h 56m 54s. Y contando.

Me voy a echar una fika.

Ahora ya me he echado la fika y sólo quiero dormir. Dormir en el baño de la oficina, o aquí en mi mesa, o en el pasillo. Me pregunto qué pasaría si me echase a dormir en el pasillo. Algún día perderé la cabeza y lo haré.

El jueves conseguí atarme a una roca como venía avisando, y tuvimos una tranquila velada de pizza y peli. Me fui a dormir a las 11:20, me desperté a las 3 y luego Fred MacPherson estuvo desgañitándose en mi despertador desde las 6:20 hasta ni se sabe, y para mí sólo era como una fina lluvia que se oye desde la cama con el edredón cubriéndote la cabeza en una fresca mañana de otoño. Abrí un ojo a las 8, me levanté con un sonoro "Fuck!" y me convertí en los padres de Solo en Casa.
El viernes fue un día muy duro. Extremadamente duro. Tras llegar a la oficina más tarde que en mi vida, nada iba bien. No tiré el ordenador por la ventana por falta de fuerza en los brazos, pero sí salí a gritar de frustración y a dar vueltas al edificio mientras maldecía, como el loco ese de las calles de Who's That Girl.
Tuve que irme a las 16:30 caminando por el bosque. Eso me llenó de alegría. Y de alergia. Me picó una araña.

Fui a Casas de Peña a empezar el fin de semana. Luego nos fuimos a la iglesia. Me gusta hacer cosas raras. Bebimos cerveza caliente mientras veíamos grupos raros tocando en el altar. Como bien dijo Aurora, primero vimos a Phoebe, y luego a Ross. Grupos raros.
Luego fuimos a un pub a mear. Y ya. Nadie quiso salir. Supongo que es bueno. Luego me llamó Jim en el momento que cogía el Overground de vuelta. Pero resistí la tentación de desembarcar y me fui a las escuelas. Llegué y me hice tres huevos. Es lo que hago.

El sábado fue un día repleto de acción. Desayuno inglés, Tate Britain, Houses of the Parliament, comida mexicana, margaritas, cervezas, pubs, conciertos, DJs gilipollas, quema de Oysters y, por supuesto, patatas fritas.
Lo que voy a destacar es que si vas hacia Westminster desde Pimlico, el Gherkin está enfrente. En la otra orilla. Detrás de la noria. Es la cosa más rara que he visto en mi vida. Pienso que fue una broma que nos gastó Matrix.

El domingo dormí a pierna suelta, y me comí tres huevos otra vez. Luego me fui a Hampstead Heath a hacer el Hámster Hiz, y una cosa llevó a la otra y mi FourSquare estuvo on fire. También me comí un vegetarian hot dog de los que me gustan. Y vi a un tipo que me gustó y pensé que venía conmigo a Jakni en el autobús y no vino. Qué clase de tipo no vive en Jakni? No entiendo nada.
Cuando llegué a las escuelas, me bajé en la parada anterior a la mía con Dixy en mente, y estaba cerrado. CERRADO. DIXY. A las 0:50. Menuda decepción. Todo decepciones.

Hoy iba a ir al cine, pero en su lugar voy a ver Newsroom y tomar té herbal. Una de estas afirmaciones es verdad.

Tuesday, August 6, 2013

Ganchillo.


Estaba haciendo una To Do List de cosas del trabajo y de repente he escrito “Aprender a hacer ganchillo”.

No quiero aprender a hacer ganchillo, y tampoco es algo que necesite para el trabajo.

No estoy segura de a qué se debe la inclusión de esa tarea en mi lista de tareas. Creo que es una falta de horas de sueño descomunal mezclada con haber perdido la cordura en 1988.

Hace tiempo que no duermo.
Entre otras cosas, porque a veces caen trozos de pintura del techo sobre mi cara.
También porque me levanto a las 6 de la mañana para ver Newsroom.
También porque me acuesto a las 2 leyendo a Vonnegut.
Y también porque he estado enganchada al Candy Crush.
Sí, no soy un miembro productivo de la élite intelectual. Aún.

Ahora he quitado el Candy Crush de mi teléfono y me he suscrito a The Economist. Una de estas dos afirmaciones es verdad.

Como ya vengo haciendo una vez al año, este fin de semana he practicado mi voto de amabilidad con el prójimo y de apreciar a todas las personas y cosas por muy estúpidas que sean.
He fracasado.
Dije que Orlando era un agujero y que toda la gente de Florida era retrasada. También se rumorea que estuve despotricando contra todos los góticos que se cruzaron en mi camino, y que me hice pasar por Regina Fallangi.
En mi defensa alego que qué cabe esperar si me llevan al Hobgoblin y al Slimelight en vez de al Nuisance.

Ahora busco un nuevo reto. De momento las opciones que se barajan son llevar una dieta equilibrada, llegar pronto a trabajar y no salir más de tres veces por semana.
Hoy me he comido 80g de gominolas, he llegado a las 10:05 a la oficina y me voy a ir a tomar unas cañas frescas a las 5 en punto.

Creo que lo mejor es que me compre una jaula, y que me vayáis trayendo manzanas y fikas.

Adiós.

Thursday, August 1, 2013

Dos días en Manchester

O cómo sobrevivir a toda serie de inconvenientes y obstáculos que el Universo trata de interponer en tu camino para que no disfrutes de tu miserable vida.

Veamos. Todo empezó ayer por la mañana, 31 de Julio del año 2013 de Nuestro Señor, 33 cumpleaños de Harry James Potter, un miércoles cualquiera.

Yo cuando me voy de viaje nunca pierdo el tren ni nada, eso sólo lo hago cuando tengo que ir a Weybridge. Y sé que es culpa de mi subconsciente y no mía.
Pues bien, me levanté bastante temprano, considerando que mi tren salía a las 9:20, y me duché, y me alisé el pelo a conciencia. Cuando salí a coger el Overgound de las 8:30, teniendo en cuenta que mi casa está justo en frente de la parada, alguna fuerza del mal decidió que en ese intervalo de dos minutos iba a caer una lluvia torrencial sobre mi cabeza.

Gracias, Universo.

Sólo son tres paradas en Overground para hacer transbordo a la Victoria Line. No fue especialmente traumático.
Cuando llegué a Highbury & Islington, resulta que por el hecho de que no hay escaleras mecánicas de bajada, hay una cola de diez minutos para poder acceder al andén. WTF, Londres, WTF? No podéis andar un poquito más deprisa? En serio.

Gracias, TFL.

Una vez en el andén existe el proceso de “tonto el último” para meterse en un vagón. La ventaja que yo suelo tener es que la gente camina en grupos de dos o más y yo suelo ser la pobre niña sola de cabello encrespado (ver entrada anterior), entonces donde no cabe una parejita yo pego un empujoncillo y consigo entrar en el primer metro. Este comportamiento me lleva a tener que surfear en movimiento, ya que no hay disponibles barras verticales para mi sujeción y mi estatura me impide alcanzar la barra horizontal. También me lleva a tener que darle explicaciones verbalmente o con la mirada a cualquiera con el cual me haya tropezado en el proceso. Les digo que es que tengo que coger un tren a Manchester. Entonces se compadecen de mí, ya que saben que ya tengo bastante con tener que irme a Manchester.

Llegué a Euston con 20 minutos y sin haber imprimido el billete. Busqué en las máquinas la manera de hacerlo, me desesperé un poco al no encontrarla, y decidí ir a por un café a Caffe Nero® y echar una buena fika®. En el Nero había tanta cola que nunca jamás habría conseguido nada, así que tuve que ir al ATM Coffee o como se llame. Bah. Los sitios sin Loyalty Card no me inspiran ninguna confianza.
Conseguí echar media fika rápidamente y sacar el PDF del billete de mi iPhone®.

Una vez en mi vagón de First Class ya me sentía mucho mejor con este viaje infernal. Hasta decidí pedirme el desayuno vegetariano complementario. Consistía en OJ, salchichas químicas sin animal, huevo y tomates. Esto me satisfizo y empecé a dar pequeños mordisquitos a las cosas esperando pacientemente a que me trajesen lo que se me aseguraba que se me iba a ofrecer: tostadas y croissants. Menos mal que decidí desistir y comerme el huevo, porque las tostadas llegaron en Macclesfield, las hijas de puta.

Gracias, Virgin Trains.

Una vez en Manchester me tomé mi tiempo, dando un paseo con una ligera llovizna hasta Piccadilly Gardens y cogiendo un café en el Costa® para llevarlo en el tranvía.

Tuve unas reuniones fructíferas durante el día, pero no vamos a entrar en detalles ya que es classified information clearance level 3.

A las 18h decidí dar el día por zanjado e irme a chequear in en mi hotel y al cine.

La elección de calzado fue bastante fallida, pues hay días que mis botines deciden que me quedan grandes. Ayer por supuesto fue uno de esos días, porque ayer fue un día por joder. Los diez minutos de la oficina a la estación, bajo la ligera llovizna, andando a lo Oda Mae Brown y cargando con la mochila, fueron bastante infernales. En mi mochila tenía mis sandalias, pero llevaba medias y estaba lloviendo, así que no me parecía nada apropiado.
Decidí bajarme en Market Street y visitar Office en busca de esas Fred Perry de skineto que hace meses que quiero.
Las tenían allí y las pedí en una talla 6. Me dijeron que vale, que ahora me las traían.
Después de 10 minutos le dije al tipo “oye tronco”. Ni se acordaba de lo que quería ni le importaba. Me pareció muy Pretty Woman, con mi aspecto de pobre niña sola de cabello encrespado teniendo que alegar que “tengo pasta larga para gastar”.
Después de otros 5 minutos vino otra dependienta con un nivel de desdén todavía más alto que el del anterior, para decirme que sólo tenían la talla 7.
Si me hubieran tratado con cierta cortesía, les habría pedido la talla 7, que al fin y al cabo es la mía, pero como eran unos hijos de una furcia, pues...

Gracias, Office.

Pues me fui a Topshop. Allí ojeé por encima los zapatos caros pero en mi cansancio e inhabilidad para andar decidí ir a los baratos. Allí vi unas bailarinas normales talla 39 que me servirían para completar mi camino del día y poder irme al cine. Me probé la zapatilla derecha, como es costumbre, me pareció bien, y las compré.
Estuve en la cola seis o siete años, y pagué £16 por lo que pensaba que me salvaría de un absoluto calvario.
Antes de cambiarme de zapatos pasé por la puerta de Office con la bolsa de Topshop en la mano y dije “Holaaaa, se acuerda de mí? Estuve aquí antes y no quiso atenderme! Trabaja a comisión, verdad? Pues metió la pata! Hasta el cuello! Adióooos, me voy de comprasss!”.
Nah, sólo pasé por la puerta con aire de superioridad.
Luego me senté en un banquito a ponerme las bailarinas y poder llegar a mi hotel.
Caminé cuatro o cinco metros pensando que la zapatilla izquierda estaba un poco prieta. Me la quité y comprobé que en efecto era el 39 y no el 38. Pues nada, resulta que mi pie izquierdo es una talla menor que el derecho, dios mío, soy deforme, soy mutante, qué verguenza, no puedo ir a devolverlas alegando esto, etc.
Con este sufrimiento / descubrimiento, llegué al Britannia Hotel. El Britannia Hotel es el edificio que siempre está en mi puta cara cuando llego a Manchester. Por algún motivo ayer no lo estaba, ayer conseguí irme a la izquierda en lugar de a la derecha todas las veces, y convertir un paseo de 7 minutos en una caminata de 20. Con un pie más pequeño que otro. A todo esto, el cine empezaba a las 20:15 y eran las 19:30. Bueno, el cine está al lado, seguro que me da tiempo.

Llegué al hotel y chequeé in. Pagué un precio ridículo por mi habitación y se me indicó el camino hacia ella. Cuando la tipa me dijo que siguiera recto que era en el Ground Floor, ya me olió a chamusquina.
Room 049. En el Ground Floor. Abrí la puerta. Entré. Lo miré. Abrí la puerta. Salí.

Fui a Recepción a alegar que muchas gracias por darme una habitación tan barata, pero para dormir en un cuarto sin ventana o en un armario, podría haber pasado la noche en el arroyo.
Exigí que se me cambiase la habitación por una con ventana. Todo esto lo hice con encanto, no con la bordería que normalmente me caracteriza. Esto os lo podéis creer si queréis. Dudo que lo hagáis.

El recepcionista búlgaro que me atendió fue muy amable y me aseguró que iba a darme la habitación con la ventana más grande de todas.
Se lo agradecí mucho y pensé que fue muy amable.

De hecho fue tan amable que ya me olió de nuevo a chamusquina.

Cuando llegué a mi nueva habitación, en el piso 5 y último, me deleitó ver que era espaciosa y tenía ventana. Sí. Una ventana gigantesca que no se abre más de 10 centímetros y da a un aparcamiento y a la parte de atrás de la City Tower.

Se estaba vengando a la vez que cumpliendo mi requisito.

Gracias, Recepcionista búlgaro.

Eran las 20:02. Aún me daba tiempo a ir al cine, pues está a 7 minutos andando del hotel. Lo sabía porque lo había mirado dos veces, pero también porque había pasado por él cuando me había perdido para llegar al Hotel desde LA ESQUINA DE AL LADO.

Decidí que dada mi deformidad en el pie izquierdo, no podía ponerme las bailarinas, así que tendría que hacer el esfuerzo de llevar sandalias con medias.
Cuando me quité las bailarinas, me di cuenta de que la derecha era la 40 y la izquierda la 39.

Gracias, Topshop.

Esto me demuestra que mi talla es la 40 y los botines son mágicos, pero también que me cago en la puta.

Me fui corriendo al cine, por el que había pasado antes de llegar al hotel. Conseguí, no obstante, perderme, bajo la ligera llovizna, en sandalias con calcetines.
Llegué a tiempo, a las 20:10. Hay anuncios, hay trailers. No importa si llegas un poco tarde.
Pero sí importó, porque había cola en todas las máquinas, en todas las taquillas. Colas kilométricas.

Gracias, Orange Wednesdays.

Me encantan los Orange Wednesdays. Dan 2 x 1 en entradas del cine para los clientes de Orange. Yo si quiero puedo pedirle a alguien un código de Orange y aprovechar la oferta. El problema es que soy la pobre niña sola de cabello encrespado y no es 1 x 0.5. Así que hago cola, sola, mientras me rodeo de gente que aprovecha la oferta y crowdea mi cine.

Por supuesto cuando llegó mi turno, la máquina se bloqueó y tardó doscientos años en dispensar mi entrada. También me había olvidado mi tarjeta Odeon Premiere Club y no pude ahorrarme nada de los £9.45 que tuve que pagar.

Todo este día ha transcurrido sin que yo haya ingerido nada salvo esas salchichas vegetarianas y el huevo del principio. Así que me pareció lógico y normal pedir un Combo mediano de palomitas y Pepsi® y considerarlo como gasto de cena de viaje de trabajo. Si es que no les puedo salir más barata. Oye esta historia es cada vez más Kit DeLucca.

Bueno, pues pienso que me perdí dos minutos de peli como mucho. Pero no creo que fuesen unos minutos cruciales, ya que aún no había sido presentado el personaje de Melissa McCarthy.

Ah, vi The Heat.

Me reí como un auténtico jabalí bebé que está aprendiendo a correr por los campos.

Pensé que mi día había mejorado ostensiblemente tras ver tal obra maestra del cine actual.

Y por supuesto pensé que era imposible que me perdiese para volver al hotel, ya que ya había hecho ese trayecto tantísimas veces.

No me perdí, pero no tuve ninguna confianza en ningún momento.

Al llegar a mi habitación de gran ventanal que no se puede abrir, puse la televisión y me hice un té.
Ponían mierdas y Tango y Cash, así que dejé Tango y Cash.

Luego vi que ponían Man on Fire en otro canal y la pillé empezada. Decidí apagarla y dormir.

La última vez que estuve en Manchester estuve en un hotel feo y sin ningún encanto, en medio de la nada, que me cabreaba. Garantizaban “a great night’s sleep or your money back”. No he dormido mejor en mi vida. En toda mi vida. Eso me cabreó también, ya que no pude quejarme del maldito hotel en medio de la nada.
Este hotel está en medio del meollo, es bonito, es guay, es rock star, tiene una escalinata. Y está lleno de viejos borrachos porque el bar es absurdamente barato. Bah. No dormí muy bien pero es más nuestro rollo quedarse en sitios así.

Esta mañana me he despertado tranquilamente y he echado una fika en el baño. Que se jodan.
Después de otro té, he conseguido descubrir el funcionamiento de la ducha de pared y usarla. Apenas salía agua pero he lavado mi cabellera confiando en que mi plancha me ayudaría a domarla después de sufrir con mi peor pesadilla, también conocida como “secador de hotel”.

Tras unos diez o doce días, sequé mi pelo. Lo sequé en plan “seco”, sin dar ninguna importancia a su nivel de encrespamiento rozando el look electrocución.

Luego he sacado mi plancha para enchufarla. También traje mi tapa de boli BIC que utilizo como adaptador. Esto, amigos, funciona siempre.
Pero hoy no.
Tras buscar un adaptador por toda mi mochila, tras buscar algún otro palo que insertar en el tercer hueco del enchufe, tras romper el cargador de mi Nokia para insertar el palo y debajo la plancha, he tenido que desistir. La pobre niña sola de cabello encrespado hoy ya era una realidad innegable, sin importar con qué ojos la mirases.

Gracias, Inglaterra.

Esta es la cuarta página de Word a espacio único y todavía no he terminado de quejarme ni de la mitad de las cosas que me iba a quejar. Os voy advirtiendo.

Pues he salido del hotel haciendo algo de tiempo, parando a tomar un café, y con intención de ir a Topshop a cambiar la bailarina izquierda del 39 por una bailarina izquierda del 40.
El dependiente ha sido muy amable y ha ido a buscar mi bailarina izquierda. No quedaban. Pensamos que una con con un pie más grande que otro hizo el trueque. Así que me tuve que ir con un refund, y en sandalias. Por suerte hoy hace CUATROCIENTOS grados y podía llevar sandalias sin medias. Alguna ventaja tenía que tener.

Tras mi nuevo fail, me dirigí a la parada del tranvía.
Cuando ayer leí que se celebraban The Ashes en Old Trafford pensé “pues vale”, pensé que no pasaba nada, que no era algo que me tuviese que importar.
Cuando llegué a la parada del tranvía, había gente. Gente a rebosar. Gente con banderas de Australia colgadas en forma de capa, gente con trajes hechos con la Union Jack. EL CRICKET!
Y es que les gusta el Cricket, amigos, les gusta el Cricket.

Gracias, Cricket.

(Que no Grillo®!)

Les gusta tanto el maldito cricket que he tenido que esperar tres tranvías hasta que he tenido que desistir. Luego he leído en twitter que había que esperar 75 minutos de media para poder meterte en uno.

Pero antes de leer eso he decidido ir probando suerte en otras paradas. Todo esto en sandalias que apenas he estrenado y por supuesto provocan heridas en mi pobre piéa.

Tras recorrer tres paradas he llegado a Deansgate, un poco el borde de lo que llaman “City Centre”, y he decidido coger un teko.
Para coger un teko sólo se necesita dinero en efectivo. Para conseguir dinero en efectivo sólo se necesita un cajero. Para conseguir un cajero sólo hay que ir a, no sé, cualquier esquina en cualquier ciudad civilizada.
Pues no, aquí no. Aquí hay que andar diez kilómetros bajo el sol entre carreteras desconocidas para llegar al primer banco existente.

Divisado en la acera de enfrente, tuve que arriesgar mi vida para cruzar la calle y llegar al Oasis que para mí en ese momento era el Banco Santander.
El Banco Santander ocupaba todo un edificio y tenía un solitario cajero. Ese solitario cajero, ese oasis, tenía una pantallita que reflejaba la luz del sol, al igual que lo refleja ese estanque con la palmerita del desierto.
Al acercarme a la pantallita, ponía SORRY FOR THE INCONVENIENCE.

HIJO DE PUTA.

Ahí es cuando he llorado un poco y he estado a punto de volver al centro a cogerme un tren de vuelta a Euston.

Pero la PNSDCE es más fuerte de lo que parece, y he conseguido llegar a un Natwest.

Gracias, Natwest.

No, en serio, gracias.

Afortunadamente había muchos taxis gracias al maldito cricket (que no grillo®), así que he cogido uno y me ha llevado a Sale.

En Sale he decidido que merecía comer algo, así que he comido algo antes de subir a trabajar.

He trabajado. Ha sido horrible. De nuevo, classified.

Creo que ya no me quedan cosas por las que quejarme, puesto que he podido salir de la oficina a las 16:35, he llegado holgadamente a la estación, me ha dado tiempo a tomarme una cerveza y unas pat... Ahá!
Sí, me puedo quejar. Me han cobrado £8.80 por una cerveza y unas patatas. Si no fuera porque cuenta como mi comida del día, me habría molestado.

Ahora soy un ser de cara brillante, en un tren. Es un poco como volver de Benicássim, pero en First Class.

Este trayecto de vuelta está siendo fantástico, me tratan fenomenal. Me han traído dos cervezas, uvas con queso y mucha amabilidad.


Gracias.