Tuesday, May 29, 2012

Es Martes.


Buenos días. Es el cumple de Aiti. Felicidades, Aiti!
Sí, me leí la trilogía entera de The Hunger Games, y qué? Fui muy feliz. Seré la primera en juzgarte porque lees un libro feo, pero es nuestro derecho hacer lo que nos salga de ahí.
Esta semana estuvo aquí, en el trópico, mi buena amiga Polilla. Le dije que se trajese un pareo y unos paños pero no me hizo caso y vino con una maleta llena de jerseys. Londres es impredecible.
El jueves estuvimos en el Royal Festival Jarl, en el Soho, en Covent Garden, en TopShop... bajo el sol abrasante y entre la peña medio en bolas, buscando unos zapatos de navajo (se estila la moda nativeamerican este verano).
Buscamos un sitio para cenar. El Breakfast Club pretende tener un ambientillo hipster y apto para ti y para tus sandalias veganas, pero no tienen cerveza. Ni Coca Cola. Ni vino. No tienen una mierda. Menudo tugurio. Nos fuimos por donde habíamos llegado. Habráse visto. Qué desfachatez.
Cenamos en el Soho Thai, que siempre pilla a mano cuando no quieres pizza o hamburguesa. A mí ahí se me acaban las ocurrencias. Qué más comidas hay?
Ese día empezó de nuevo el Challenge, y empezamos con 35K pasos. No está mal. Para el final de este viaje Patricia me quería matar. Yo es que me pierdo en el Soho, qué quieres que te diga. Pero visitamos Leicester Square, que después de dos años, está terminada. Y pensabas que el mundo se acabaría antes de ver esa plaza terminada. Pues no. Pero sí se acabará antes de que construyan el intercambiador de Tottenham Court Road.
El viernes, tras un poco de trabajo, fuimos a Primrose Hill a tomar unas Heinekens de Shepherds Foods, como dicta la tradición. Conocimos a dos perros que jugaban sin parar, el highlight de lo que va de década. Recordamos cómo la última vez que estuvimos allí juntas debía hacer -7 grados en una noche de Enero. El viento nos derribó al suelo, pero fue una tarde fantástica.
Después, más tradición, un ratito en el Enterprise. Y otro pub, con jardín, y el descubrimiento de The Diner, con unas buenas patatas finas y hamburguesa de Portobello Mushroom que estaba bien rica, si bien la de Pat parecía haber sido enviada a la Tierra por el mismísimo Dios Creador.
Y de vuelta al Enterprise, a bailar un poco con la gente que llevaba camisetas de rayas.
A la vuelta, Pat experimentó “la vuelta del commuter”. La Vuelta del Commuter consiste en ir en un vagón de tren viendo cómo los de las afueras, algunos más borrachos que otros, devoran McDonalds, Burger King y KFC en tu cara y llenan el ambiente de su rancio ketchup. Según el estado en el que te encuentres tú, fellow commuter, querrás morir del asco o de la envidia que te dan esas patatas fritas.
La Ida del Commuter, que nunca os he hablado de ella, consiste en cómo las fellow commuters deciden que es el momento perfecto para sacar su esmalte de uñas con extra de formaldehído. En estos casos es rara la vez en la que morirás de la envidia, siendo el asco la sensación más común.
El sábado fuimos a Portobello. Rápidamente llamamos a nuestros conocidos en Madrid para preguntar si quedaba alguien en la ciudad, ya que parecía que el total de la población española estaba con nosotras en Portobello.
Fuimos a casa de Damon, llamamos al timbre, le dijimos a su hija que le dijera a su padre que se andase con cuidadito que le iba a caer una hostia por cabrón, y luego nos fuimos hacia el parque.
De camino pasamos por el Churchill Arms que estaba holgado de espacio, así que nos quedamos allí comiendo y tomando vino y cerveza con un viejo que se sienta en la barra y se ofrece a hacerte fotos.
Después, un ratito en Kensington Gardens, oyendo el musical de The Lion, The Witch and The Wardrobe. Pat se sabe todas las canciones porque actuó en él.
Autobús número 9 a Covent Garden, pasando por el festival de África que tanto le habría gustado a Car en Trafalgar Square, tienda Fred Perry y paseo por el río hasta el Founders Arms. En el Founders Arms, mientras esperaba en la barra mi turno como patrón #5,098,934, me pregunté sobre la vida, y por qué estaba en este mundo para esperar tanto tiempo por una cerveza, y por qué no moría y se acababa ese suplicio, o morían todos los demás y yo podía obtener mi sustento, etc.
Nos sentamos mirando al río y a criticar la ropa de la gente que pasaba. Mi pasatiempo preferido.
Y luego nos fuimos a Wimbledon al cine. Compré las entradas que salieron gratis con mi tarjeta Odeon Premiere. Hacéos una tarjeta Odeon Premiere. O mejor no, porque así usamos la mía y la que va gratis soy yo.
Vimos Moonrise Kingdom, y si la véis, sabréis por qué me cabreé. Pero lo demás me pareció muy bien, y me gustó.
El domingo hicimos unas comprillas en Wimbledon antes de salir y luego nos cogimos el tren a Waterloo. En la asfixia extrema de 50 grados a la sombra no sabíamos si sería buena idea coger unas Boris Bikes, pero al final lo fue. Nada como la bici un domingo por la city con la brisa y el humo de los autobuses. Me encanta.


Llegamos a Spitalfields, y tomamos unas bebidas alcohólicas refrescantes y echamos unas fikas en The Gun. Y luego compramos unos mapas, y comimos unas cosicas tibetanas al SOL de la MUERTE mientras yo buscaba más cerveza sin mucho éxito. La encontré en el 1001, y nos abrasamos tanto que después de eso nos cogimos el autobús a Oxford Street. Allí íbamos de tienda en tienda por el aire acondicionado, y decidimos buscar un pub donde tomar algo por Marylebone. Como soy gilipollas, no lo encontramos, pero pasamos por el 221b de Baker Street. No me gustó mucho porque no estaba Benedict Cumberbatch, pero bueno.
Echamos unas fikas en Regents Park con media humanidad y un perro que quería jugar, pero luego decidimos volver a Wimbledon al pub certero.
Y el pub certero es el Crooked Billet, en el césped con un perro que había vivido en el Barrio del Pilar. Unos vinos y cervezas después, nos fuimos a casa a cenar huevos fritos con patatas.
Aunque el Churk común ha sido ya abandonado por la Polilla Común, el Churk común gusta de salir cuando no hace frío. El Churk común se porta mal y todavía no ha hecho la cama ni fregado la taza. Churk malo.

Wednesday, May 9, 2012

Jesucristo.


No puede ser más excruciante el aburrimiento extremo en este Miércoles gris.

Tuve una madre de visita este fin de semana. Hizo muy mal tiempo (claro) pero lo pasamos muy bien (claro) y comimos muchas patatas fritas (claro).
Hemos comido hamburguesas vegetarianas en Gorrina Bridget Kitchen, pizza deliciosa en Pizza Express, el clásico en el Thai at Churchill Arms y más clásicos en el chino Friendly Inn. Es tan friendly. También hemos comido muchas tortillas que me ha hecho Lama, y muchas pipas. Pipas y pelis, la vida es feliz con pipas y pelis. Si sólo pudiera fastforwardear hasta el final del día de hoy e ir a casa con pipas y pelis.
En realidad, no puedo más que confesar que no voy a ver pelis hoy. Sí, amigos, una vez más he caído presa en lo que viene a ser literatura para adolescentes, en mi línea de LOSER absoluta.
Cuando fui a Berlín, no tenía libro ni periódico, no anunciaban la puerta de embarque, y en WHSmith no había más que estanterías repletas de THE HUNGER GAMES. Lo miré disimuladamente al no poder evitar sentirme atraída por la textura de la portada. Simple, negra, mate, con un pajarillo dorado. Me dije a mí misma “no, no, Chuck, vete, seguro que ya han anunciado la puerta de embarque”. Y me fui. Pero no anunciaban la puerta de embarque. Y volví. Y leí la contraportada “oh, no, Stephenie Meyer lo pone bien! mejor alejarse”. Y me fui. No anunciaban la puerta de embarque. Y volví. “oh, Stephen King constata que no pudo dejar de leerlo”. Maldito Stephen King, me has convencido.
Lo compré.
Con el libro en la mano y tratando de esconder su título, subí al avión y me senté en pasillo. En la ventanilla había una chica con un libro. Era The Hunger Games. Le hice una señal de camaradería conspiratoria y me sentí libre de culpa cuando inicié mi lectura.
El avión se fue llenando y por supuesto un chickenlager de un grupo de viaje de despedida de soltero tuvo que sentarse entre nosotras y romper nuestro vínculo de loserismo, probablemente sintiéndose atrapado en él. Casi, casi le ofrezco un osito de goma calentito y blandito.
Pero no importó nada más. El libro me había enganchado sin remedio, y no pude más que estar completamente enajenada en su ñoñería de instituto postapocalíptico, sin siquiera pedirme una cerveza en el avión para hacerme la guay.
Sólo dejé de leer cuando salí del avión, y luego llegué a Berlín y olvidé todo lo que había pasado hasta ese momento, entregándome a la vida de Birren y Fiken.
La recuperación de Birren y Fiken fue costosa y tenía The Good Wife para pasar mis tardes de descanso. El libro quedó olvidado en la estantería. Hasta ayer.*
*N. del A. – No fue ayer, sino antes de ayer, pero por cuestiones literarias hemos cambiado la temporalidad del relato para dar un tono más inminente a la narración.
Recuperé el libro en un momento de debilidad pseudofebril, mientras Lama me hacía una (otra) tortilla de patatas. Ah, amigos, el sabor amargo de la adrenalina segregada al leer noveluchas llena mis días de regocijo.
Esta mañana dejé a Lama en un tren con destino Gatwick, y cogí mi tren, y ni siquiera me molesté en esconderme. Bueno, lo cierto es que lo intenté, pero el tren estaba lleno y yo quería leer mi libro. El PARECER un Loser queda relegado a un segundo plano cuando consideras la felicidad que provoca el SER un Loser.

Mi confesión, por Bart Simpson.
Soy un niño tonto normal.

Voy a trabajar. Agradezco a mis sponsors la oportunidad.

Tuesday, May 1, 2012

Para la biografía.



Breve resumen del Viaje Tronkil a Berlín.
Lo pasamos muy bien, a pesar de ser Fracásibol, a pesar de Gul y a pesar de Papagallo.
Cuando llegué el jueves por la noche Lucha me confundió con una señora coja cuando vino a buscarme al aeropuerto. No sé si es una mejora al respecto de la última vez que nos vimos, que me confundió con una china.
El Team Berliner (Lucha y Churk - Luchurk) fuimos por la mañana a Tiergarten a beber cerveza y nos cruzamos con el cantante de Crowded House que nos cantó Four Seasons in One Day y The Weather With You. Sólo que ni era él ni nos cantó nada.
Llegó el Team Gilipollas (Teguci y el Grillo) y fuimos al PUB, bebimos cervezas y echamos unas fikas y comimos patatas fritas (claro). Con gente. Que iba variando. Con Sam y sus amigos, Ben y Chaquetadeabuela®.
Llegó Team Focha (Focha) a Alexanderplatz y ya éramos 5 troncas, gimme 5.
Y fuimos a un bar alemán para turistas con Chaquetadeabuela® y demás donde yo comí patatas fritas (claro) y donde bailamos la conga y donde Car bailó con un señor viejo y donde yo, bailando hacia atrás, me estampé con un taburete y me hice un moratón del tamaño de un puño para convertirme paradójicamente en  la señora coja en un guiño a Destino Final.
Y luego fuimos a otro bar y luego fuimos al ICHIBAN KARAOKE, porque eso es lo que nosotras hacemos, y cantamos Bon Jovi y Aerosmith, otra vez, y conocí al Presidente de los Estados Unidos, otra vez.
Y luego nos peleamos.
Y al día siguiente hicimos el Luchatour y nos gustó y luego nos tumbamos en la hierba en el Lustgarten y echamos unas fikas y luego nos fuimos a una librería y al Cinema Café a beber cerveza y compramos una piña a la que llamamos Rania y a la que un vasco que si no fuera vasco sería vasco cantó canciones.

Y nos fuimos a ver si veíamos el fútbol en el Café Colectivo pero estaba muy lleno, así que fuimos al Szimply en Boxy a beber cerveza y echar unas fikas. Mientras Aiti aka MALDINI la más fan del fútbol corría hacia el otro bar cada vez que había un griterío.
Y nos fuimos a cenar a un indonesio donde el 80% de las troncas se pusieron finas a jamar y el 60% no quiso ir al White Trash y decidieron dejarlo para el domingo.
Y luego no sé, iríamos a un bar a beber cerveza y echar unas fikas.
Y el domingo el Grillo trajo café (el Grillo traía café)  y nos fuimos al mercadillo de Boxy y Aiti y yo nos largamos a por café y agua con gas (agua con gas) al Szimply otra vez y luego nos pasamos la vida en esa terraza por algún motivo y luego nos fuimos a por abrigos porque hacía frío cabrón que llegue ya la mierda de la primavera y luego nos fuimos a comer otra vez. Aquí la peña come mazo, y no entienden lo importante que es el Brettismo en mi vida. Así que me comí todos los scrambled eggs del buffet.
Y luego nos fuimos al fotomatón y al Mauer y al río y a ver la franja de la muerte y los graffitis horrendos y nos sentamos al sol en el parque a echar unas fikas y nos despedimos de Team Focha y nos quedamos ahí ocho días.
Y luego nos fuimos a Kreuzberg a tomar cerveza y ya no podía con tanta cerveza así que me tomé unos gin&tonics chachos que te servían de botella de tónica de 2 L chacha en un bar fabuloso. Y la historia del Trolas terminó de hundirme y hacerme sentir un rehén aterrorizado y cuando por fin conseguimos salir de ahí fuimos al White Trash que estaba cerrado así que FRACÁSIBOL fuimos al 8 mm donde ponían una música muy horrible y no pudimos bailar.
Y el lunes Lucha trabajó y las otras fuimos por Karl Marx Allee porque somos gilipollas y comimos en Hackescher Markt porque somos gilipollas y conocimos a una fan de los Manics que les había visto 60 veces porque debía estar completamente enajenada mentalmente y luego fuimos a una librería y Car me regaló el libro de Otto, el oso del libro. Y quedamos con Luch y tomamos cerveza en el Cinema Cafe y fuimos a Preñauer Berg y a una librería y tomamos una cerveza en la calle y unos nachos y unos M&Ms. Brettismo, sí. Y luego nos fuimos de Prenzlauer para ir a un ruso pero al final no fuimos al ruso y acabamos en Primitiv y yo ya no quería echar más fikas pero lo hice, eché muchas fikas viendo a Thor, el Poderoso Dios del Trueno, y viendo a Car correr a decirle a Simply Red que su computer was on fire, y luego vino más gente, y más gente, y luego fuimos a un bar de mierda donde el doble albino del Actor Secundario Bob trató de ligar con Lucha y luego fuimos a incendiar el garito de kebatos de uno y luego a un bar jebo donde conocimos un perro y luego nos fuimos a casa porque no tenía sentido nada de esto.
Y por fin el martes llegó, llegó el martes, y nos fuimos a comer a un vegetariano hamburguesa con queso de soja y patatas fritas (claro) y luego todo parecía ir muy bien pero nos peleamos otra vez pero luego vino Lucha y fuimos a hacer el rap de Me quiero rapar y luego nos fuimos a Prenzlauer Berg otra vez y lo anduvimos y nos gustó y tomamos FRITZCOLA y AFRICOLA y echamos unas fikas.
Y luego nos fuimos al concierto de los Manics por fin, joder, que fue la hostia de increíble y lo dimos todo y yo perdí mi voz y mi decencia, y luego fuimos al Das Gift a recordar los buenos tiempos, y vino Xavi, y todo el mundo se estaba quedando dormido, y nos fuimos a casa, y yo me comí una bolsa de Piponazos jugando con el móvil y todo el mundo se fue a dormir y yo me fui al aeropuerto y casi me meto en el tren en la dirección contraria pero cogí el tren bueno y luego me eché una fika y luego me subí al avión y me dormí.