Friday, November 1, 2013

Are We Human or Are We Money Grubbing Whores?





Buenos días. Volvemos en el tiempo al viernes 18 de Octubre. Por algún motivo no salimos de las escuelas hasta las 2 o 3 de la tarde, para desayunar. Me imagino que el motivo es el habitual "me quiero rapar" por un lado y mi necesidad de ingestión de doble café en los días de asueto por otro.
Fuimos por London Fields, donde el grillo no paraba de quejarse de que no era otoño en Londres, hacia Broadway Market; otra vez para buscar un sitio donde tomar el desayuno. Cuando por fin elegimos, vino El Caballero como es habitual. En el Stories se les habían acabado las salchichas vegetarianas y por lo tanto no sustituían el item del desayuno vegetariano y no había platos satisfactorios. Eligió... mal.

Aún así, nos quedamos allí, tomando unas pintas de cerveza local y unos panqueques. No me gustan los panqueques, pero me gusta pedirlos, hacerles fotos, y sobre todo, llamarlos "panqueques", porque no es mi idioma y me hace reír cada vez que lo uso.


Anduvimos por las espaciosas calzadas del viejo territorio tribal de Catuvellauni, recreándonos en los chickenlagers que adornan las calles con sus botas por fuera, riendo frívolamente de la gente del barrio que no es capaz de montar en bicicleta, buscando el camino al siguiente whisky bar.

Pues al fin encontramos el Albion, pub de fútbol, con banderas del Athletic de Bilbao, en el que decidimos entrar para refrescar nuestros gaznates tras tales andaduras de nada menos que 350 metros hasta Goldsmiths Row.

Tras unas pintas en la terraza y unas conversaciones sobre Vicente del Bosque con los habitantes locales, continuamos hacia Bethnal Green en un camino lleno de señales al respecto de órganos reproductores masculinos.

Las tardes se marchan como trenes directos a Liverpool St que pasan sin que puedas hacer nada al respecto, mirando desde el gris andén y pensando en el tiempo perdido de espera que se hace eterno con cada movimiento de la aguja del reloj. Eso si tuviera un reloj, porque cierto Grillo tenía la misión de salir a comprarme uno.

Llegamos al Crobar, donde el Caballero Oscuro nos recibió con su habitual encanto. Tomamos unas Heinekens y nos fuimos al Karaoke reservado de 7 a 9, dispuestas a BonJoviear.


Somos más black metal que... Cantando Metallica. Y algunos clásicos, y el hitazo “I don’t care (I love it)”. Realmente cantamos fatal y deberían de arrestarnos. Car se rapeó Eminem bastante bien, salvo por el final que lo arruinó por completo. No es fácil ser rapera, supongo.

Y el camarero era más italiano que Sicilia. As per usual.

Ya sabéis que los humanos que rodean mi vida gustan de ir a comer a sitios en lugar de disfrutar de más bares y más cervezas, así que he de complacerlos y llevarlos a que ingieran alimentos. Fuimos una vez más al Friendly Inn. Allí pedí primero una ración de arroz, luego pedí otra. Hey, ya que estoy, yo también puedo ingerir alimentos, no? Sobre todo unos tan ricos como el simple egg fried rice.

Después de un espresso para la energía en el Bar Italia, where other broken people go, la noche se tornó heavy metal de terror en el Intrepid Fox y, tras hacer headbanging extremo con Judas Priest, cambié de opinión al respecto de soportar ese ambiente. Me cabreé con la humanidad por permitir a las suizas salir de casa con esos vestidos de fulana y sujetadores de tirantes color carne. Creo que hay que erradicar muchas cosas en este planeta. Se puede empezar por ahí, por las suizas. Se lo merecen, por neutrales.

Cambiamos de ambiente para poder participar en algo más adecuado a nuestros gustos, pero yo ya había sido tornada al lado oscuro del odio a la Humanidad y no iba a ser fácil. Fuimos a The Bar, donde por ser tías buenas como somos no nos pidieron dinero. Una vez dentro estaba claro por qué, ya que estaba lleno de tíos muy asquerosos en grupos de repugnancia. Mi odio a la Humanidad se convirtió en un rant feminista. Las tías tenemos que vivir con esa panda de tíos asquerosos que te dan la paliza con su asquerosidad. Si fueran tías feas, gordas, borrachas, malolientes y sudorosas las que van a los pobres chicos y les tocan, sería un espectáculo dantesco. Cuando son tíos, es simplemente la orden del día. Pues son unos hijos de puta.

Hombre ya.

El sábado. El sábado decidí que yo saldría la última de casa para acicalar mi cabellera con tiempo. Mandé a Lucha y Car a la Whitechapel Gallery, a la exposición de Sarah Lucas, porque total, era de objetos fálicos, vaginas y váteres y yo no estaba interesada.

Tranquilamente sequé mi pelo, me puse un buen outfit de Cyrano de Bergerac y cogí el autobús hacia la galería. Llamé al teléfono a Grillo para ver dónde estaban, asumiendo que estarían cerca de la galería tras haber visto la exposición. Me contestaron que habían decidido ir andando pero que ya estaban al lado. Entonces supuse que las encontraría en la exposición cuando yo llegase.
Cuando yo llegué las busqué por la galería, vi la exposición de objetos fálicos, vaginas y váteres y no las encontré.
Pensé que es que no había mirado bien, así que di otra vuelta, analizando objetos fálicos, vaginas y váteres en el proceso. Por segunda vez.
Salí fuera y llamé. No habían llegado porque se habían perdido de nuevo por un failure grillil, así que esperé fuera echando una fika.
Y cuando llegaron, bastante rato más tarde, quisieron echar un vistazo a la exposición. Así que vi los objetos fálicos, las vaginas y los váteres una tercera vez.


Y con esto eran las 4:30 y querían desayunar/comer. Yo no tuve objeción y fuimos al Meat Mission de Hoxton. Allí pedimos cosas, patatas fritas y una cerveza muy grande en una garrafa muy afable.

De ahí nos fuimos al Reliance, pub de descanso de buena iluminación, a tomar café, ginebra y cerveza. De repente empezó a entrar gente de Ribadesella y el pub se llenó de ellos, con sus Quechuas, sus Chirucas, sus CHUBASQUEROS!

A partir de ese momento todo el mundo es de Ribadesella.

Esa noche había una Prohibition Party en Bloomsbury a la que no íbamos a ir, pero Car quería ir a la puerta a ver a los chickenlagers que irían vestidos de años 30, alegando que le gustan más que el arte moderno (@shitthatcarsays). Así que allí fuimos, a estar en la puerta viendo pasar al personal, aunque pareciese que habíamos ido a vender droga.
La peña no iba demasiado bien vestida. En general eran todo tías con plumitas y zapatos completamente inapropiados para la época. Pasamos de vagas críticas a un outrage sobre la falta de fashion-sense de la gente. Pero como yo no sé hablar español pues tampoco debería criticar a nadie por nada.

Ya que estábamos allí en Bloomsbury Square, Car dijo que en esa plaza estaba la casa de Virginia Woolf y que podíamos ir a ver su plaquita. Así que dimos una vuelta a la plaza mirando todas las casas en busca de tal plaquita.
Vimos la plaquita.


Claramente era el dermatólogo de Virginia Woolf. Algo es algo.

Tras mirar en Google todos los lugares de residencia que había tenido Virginia Woolf a lo largo de su miserable vida, decidimos no ver ninguno de ellos y partir hacia Islington y algún buen pub de los cienes que hay. Me salté el Rattlesnake o Rattle and Rat porque de alguna manera no lo encontré en mi camino. Pero preferí el Slim Jim’s o Slim be Slims o Brothers be Brothers. Nos querían hacer pagar allí, a las 22:01, porque a partir de las 22 había que pagar, así que tuvimos que marcharnos.
Volví a la vida con el prospecto de ir a Old School Indie a bailarnos unos Arcades Fires más tarde.
Acabamos en el Camden Head que normalmente está petado pero ese día no. Ese día había buenas gentes y sitio en la terraza. Conseguimos sitio en la terraza tras cambiarnos dos veces de mesa.
Vino un tipo aka Georgie Best con su pelo de Georgie Best a decirle a Lucha que le gustaban sus gafas y a hacernos un truco de magia en el que masticaba un billete de 20 pounds. Vimos el billete masticado entre sus muelas cuando nos trató de enseñar que se lo había tragado pero obviamente no hay que decírselo para no ofenderle. En todo esto estábamos ojo avizor porque aunque era un borrachillo encantador, hay que mirar a tu alrededor por si su amigo está tratando de robarte mientras tú te distraes con magia. Que hasta Brad Pitt le roba a Thelma en el motel.

No llevábamos 5 minutos en la terraza y tuvimos que levantarnos porque la cerraban. Te dejaban quedarte de pie en el callejón y apoyar las pintas en las mesas, though. Algo es algo.
Volvió Georgie a cantarnos una canción que decía “Tease me Tease me Tease me” a lo que Car entendía “Matisse Matisse Matisse”. Una canción garagera sobre un renombrado pintor, claro que sí.
Lucha hizo de las suyas de ir tarde y fue demasiado tarde.

Nos fuimos al Old School Indie. Yeja! Desafortunadamente tocaba Brit Pop Night y no pude arcadefirear, pero yo lo pasé bien. Conocimos al cuarto o quinto novio de Car que realmente me amaba a mí, Hank Warren de Mumford and Sons, y luego a los heroinómanos que querían invitarnos a su casa.

Ya estoy cansada de tantas aventuras. Adiós.

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