Tuesday, August 6, 2013

Ganchillo.


Estaba haciendo una To Do List de cosas del trabajo y de repente he escrito “Aprender a hacer ganchillo”.

No quiero aprender a hacer ganchillo, y tampoco es algo que necesite para el trabajo.

No estoy segura de a qué se debe la inclusión de esa tarea en mi lista de tareas. Creo que es una falta de horas de sueño descomunal mezclada con haber perdido la cordura en 1988.

Hace tiempo que no duermo.
Entre otras cosas, porque a veces caen trozos de pintura del techo sobre mi cara.
También porque me levanto a las 6 de la mañana para ver Newsroom.
También porque me acuesto a las 2 leyendo a Vonnegut.
Y también porque he estado enganchada al Candy Crush.
Sí, no soy un miembro productivo de la élite intelectual. Aún.

Ahora he quitado el Candy Crush de mi teléfono y me he suscrito a The Economist. Una de estas dos afirmaciones es verdad.

Como ya vengo haciendo una vez al año, este fin de semana he practicado mi voto de amabilidad con el prójimo y de apreciar a todas las personas y cosas por muy estúpidas que sean.
He fracasado.
Dije que Orlando era un agujero y que toda la gente de Florida era retrasada. También se rumorea que estuve despotricando contra todos los góticos que se cruzaron en mi camino, y que me hice pasar por Regina Fallangi.
En mi defensa alego que qué cabe esperar si me llevan al Hobgoblin y al Slimelight en vez de al Nuisance.

Ahora busco un nuevo reto. De momento las opciones que se barajan son llevar una dieta equilibrada, llegar pronto a trabajar y no salir más de tres veces por semana.
Hoy me he comido 80g de gominolas, he llegado a las 10:05 a la oficina y me voy a ir a tomar unas cañas frescas a las 5 en punto.

Creo que lo mejor es que me compre una jaula, y que me vayáis trayendo manzanas y fikas.

Adiós.

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