Wednesday, July 3, 2013

Cronología arbitraria



Noto como de mi oreja izquierda salen unas fórmulas de Excel y 684 líneas de International Transportation Policies.

Sí, amigos, tengo tanto trabajo que hacer. Es el segundo día consecutivo que llego a la oficina a mi hora, y no soy capaz de procesar esas tareas a una hora tan temprana. Así que escribo un poco, pues hace unos días que no me quejo de cosas.

Hoy no me siento quejica, salvo quizá de nuevo por mi pelo. Esta mañana ha decidido que para qué ser Diana Ross, para qué ser Farrah Fawcett, cuando puede basar su apariencia en la de esa señora que va a la peluquería una vez por semana y el quinto día aún tiene fé en que su peinado “aguanta”. La Bruja Avería a mi lado es la protagonista del anuncio de Pantene.

Quiero ir a la salita del café a por algo, pero oigo a la gente preguntándose “how are you” mutuamente, y no quiero formar parte de ello. Por suerte no es lunes. Los lunes te preguntan “how was your weekend”, y yo no sé qué contestar. Suelo optar por “it was good”. Podría también relatar la verdad y contarles que me comí 3 tortillas de patatas de Aurora®, me bebí 10 cervezas, visité 6 pubs, comí 2 de Dixy y fui a la compra al Tesco®. Podría también relatar que me fui a pescar salmonetes al Lake District. Eso es mentira, pero dado lo que les importa, es una opción válida como cualquier otra.

Ayer decidí irme al cine sola. Cuando salió el anuncio de “A shared experience... gone”, del cine en ruinas gracias a la piratería, empecé a pensar que por £9.68 con descuento por la entrada, y las pálomites y couk que me costaron £7.25, no es gracias a la piratería.

Os digo que mereció la pena a todas luces, sin embargo. Fui a ver This is the End. Es como si a Riki, a Car y a mí, nos dieran un montón de dinero por convertir en largometraje nuestro corto de 1992 “El Silencio de los Borregos”, y todos nuestros amigos, incluyendo a Rihanna, estuvieran dispuestos a salir en él haciendo el gilipollas y reír durante días y días. Imagináos. Si yo ya amo la vida sin dinero y ostentación, cómo lo pasaríamos con un productor ejecutivo que nos dejase aprovechar nuestras indulgencias!

Estuve en el cine de Wimbledon. Es el mejor cine, a pesar de estar lejos del hogar. Está cerca de la oficina y siempre es bueno salir de Weybridge y poder llegar a un punto de civilización en 20 minutos. Lo haré algo semanal, siempre y cuando esté en la oficina. Lo cierto es que hacía tanto tiempo que no estaba en la oficina que la gente se empieza a preguntar si todavía trabajo aquí.

Cuando llegué a casa, me fui a dormir a las 10:30. Hacía tanto tiempo que no dormía que ha sido una sensación extraña. Cuando he entrado por la puerta de la oficina esta mañana, sólo anhelaba seguir durmiendo, y por un momento en mi cabeza ha surgido la idea de que venía a eso. Que entrando por la puerta, el propósito de mi visita a Weybridge era encontrar la salita de primeros auxilios y dormir.

Y es que son unos días llenos de actividad y madrugones. No quiero decir madrugones, quiero decir simplemente levantarse pronto, pero no encuentro el sustantivo adecuado. El caso es que los únicos días que no me he levantado antes de las 7 ha sido porque no me he acostado antes de las 6. La vida de Madrid, sus excesos y sus jarras de cerveza a €1.

Podría hablar del monstruo del estanco, de los chóppitos, de robar en el 100 montaditos, de bares cerrados y flores de concurso, de aeropuertos en Cuenca, de comprar siempre toda la pizza, de los taxistas que te preguntan si pueden formar parte de tu grupo de amigos, del grillo medieval, que te ayuda a llevar el mulo; del sexo con mujeres de una sola pierna, de la hija maldita de Mumford... En definitiva, del “Loco Tren de Diversión®” que vamos acarreando.
Pero no voy a hacerlo.
Es necesario olvidar lo específico de estas vivencias y quedarse sólo con el recuerdo de las risas; para así poder tropezar con la misma piedra una y otra vez, y repetir aciertos, errores, resacas y raciones de patatas fritas.


El otro día compré lentejas, puerros, cebollas, zanahorias y patatas. Cuando me pongo a hacer lentejas me meto en el papel de persona adulta con una vida equilibrada. Cuando compro los ingredientes y pasan los días y el puerro empieza a sekarse, me doy cuenta de que no voy a pasar el casting.

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