Thursday, June 6, 2013

Quejas.


Puedo escuchar Danza Invisible sin miedo a ser juzgada por mi compañera de piso porque ella, siendo de otro país lejano, no es consciente de lo lamentable que es eso.
Así, canto Sabor de Amor mientras recojo la colada.
"Besarte es como comer palomitas de maíz".
Really? Really, Danza Invisible? ¿Palomitas? ¿Y los paluegos?


Dicho esto, voy a proceder a quejarme de cosas, como es habitual.


Vosotros, ¿cómo os laváis los dientes? ¿Como las personas? ¿O como un orangután con Parkinson que provoca un efecto aspersor de pasta de dientes por todo el lavabo y el espejo del baño?
En el caso de ser la segunda opción, hey, ¿qué hay de limpiar la pasta de dientes con la que has rociado todo tu alrededor?

¿No?
Bueno.

Ayer fui a un concierto de Pete Doherty sin El Grillo. No fue mejor que el que vimos en Kingston el verano pasado con El Grillo, pero tocó dos canciones de los Stone Roses y eso estuvo muy bien.
Yo lo vi subida a un taburete. En seguida trendeé y la gente se subió a más taburetes. Lo malo es que mi taburete estaba demasiado cerca del techo y fui un poco Madre del Rey la mayor parte del tiempo. También tuve que mandar callar a dos pedorras y gritar a la gente que guardase sus mierda móviles que grababan el concierto e impedían mi visibilidad, pero en general, muy bien.

Acabé bebiéndome cuatro pintas sin haberme perk-atado. Luego fuimos a por patatas a un kebato de la zona. Hicieron su labor, aplacar el hambre del perko, que al mediodía había resistido la tentación de Dixy y se había dado al gazpacho.

Hecho esto, cogí el autobús. Ese autobús es mi usual 253, en el que tengo que ver que toda la gente, que vive mucho más lejos de Camden que yo, se baja mucho antes, porque hace una ruta de U invertida NADA óptima para mí. Esto conlleva que las cervezas pasen factura y yo me quede dormida. Mi parada es la última. Los autobuseros no tienen ninguna consideración, no se fijan en mi presencia, y continúan hacia las cocheras de Aldgate East conmigo dentro. Cuando me doy cuenta, he de bajarme y caminar de vuelta a mi casa. Y lo peor de todo es que el camino ni siquiera me lleva a pasar por la puerta de Dixy, lo que hace que no tenga ninguna excusa válida para ir. Pero voy igual. Sí, amigos, voy igual.

Ayer fui. Volvía a casa con mis Dixy cuando DOS zorrititos, DOS, estaban escarbando en mi basura. Vaya ejemplares más bellos. Uno de ellos se asustó y salió corriendo hacia la carretera, donde casi le atropella un hipster en bici que se paró a hablar con él mientras yo hablaba con el otro. Le di una Dixy. Le gustó.


Hoy sigue haciendo un sol radiante. Esto implica que esté pensando en salir de las escuelas lo antes posible. Y aquí es cuando me quejo, porque me tengo que duchar y lavar mi pelambrera.
Aún no tengo la suficiente autoconfianza para aprovechar mi trendsetting y RAPARME y comenzar así una nueva era humana.
Si vamos a acabar llevando Google Glasses o algo similarmente terrorífico, ¿por qué no somos seres calvos? Todos los alienígenas de las pelis que se supone que son razas superiores van rapados. Y podríamos perfectamente llevar pelucas. ¿Por qué no queremos llevar pelucas? ¿Por qué insistimos en tener nuestro propio pelo? Los egipcios no lo tenían, y mírales qué avanzados.

Voy a trabajar. Adiós.


n. del A. Las patatas de la foto son de Lama, que son mucho mejores que Dixy o que cualquier otra cosa del planeta.

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