Monday, October 24, 2011

Bagels and Monster Mash, or Day 9

Sábado, 1 de Octubre de 2011
De nuevo, despertarse en Frisco, es irreal. Siendo sábado, las calles están más tranquilas y aún es temprano para que te invadan las hordas de turistas. Pachi quiero bagels! BAGELS! Despierta!
Hicimos las maletas y lo recogimos todo y después nos fuimos a buscar esos bagels. Encontramos un lugar donde desgraciadamente entró un filipino gordo con cresta que estropeó el ambiente cool. Pero cogimos un sitio en la ventana mirando hacia fuera, entonces no fue tan grave. Tomamos unos bagels, cafés, OJ y fresas. Qué buen desayuno completo. Bagels!!!
Luego nos dimos una vuelta por downtown, cruzándonos homeless y chinos o la variante "homeless chinos". Era sábado. Pachi decidió que iba a dejar su café a medias encima de una papelera en vez de tirarlo porque a lo mejor algún demente lo querría. Llegamos más o menos hasta la pirámide y decidimos volver zigzageando un poco las calles. Pero luego volvimos a la misma donde dejamos el café para comprobar si algún demente lo había cogido. Seguía ahí. Inexplicable.
Hotel, maletas, ascensor vintage en el cual básicamente puedes quedarte encerrado mientras vas a la máquina de hielo, y a la estación. Cogimos el tren que va al aeropuerto en Union Square. Nos fue bien. No nos perdimos. Y llegamos tras ver paisajes de casas de esas que son feas y de gente que vive del subsidio pero que en Londres costarían £3,000,000.
En el aeropuerto me hicieron pagar las maletas. Tendría que haberme fiado del twitter de Elizabeth Banks cuando dijo que no cogiésemos vuelos de United Airlines, pero es que pensaba que lo decía porque era rica y pija.
Había muchos restaurantes donde picar algo y Pachi quiso unos udon japoneses que parecían anguilas bebé muertas de anemia, pero le gustaron mucho. Yo decidí comprar unos M&Ms y comer pipas, todo lo demás era demasiado caro para la mínima cantidad de placer que proporcionaba.
Nos cambiaron la puerta de embarque en el último minuto y Pachi casi se pierde por un pasillo automático y tuve que ir a buscarle mientras él pensaba que habíamos partido sin él. El avión era muy cutre y estaba lleno de... sí, chinos! Nos aseguramos de que íbamos a Seattle y no a Beijing. Pachi se sobó y yo vi 30 Rock y Rules of Engagement que lo ponían en la tele del avión. Y un documental sobre los oseznos de Yellowstone. Lo pasé bien.
En Seattle cogimos nuestra ya de sobra viajada Downtown Airporter Shuttle y nos llevó a nuestro hogar. Cigarrillo en la azotea de inmediato!!!!!!! Eso lo primero. Lo segundo, yo me fui a comprar un bagel porque tenía hambre. Y unas Alaskan Beers como eran de merecer. Luego volví a la azotea. Estuvimos allí disfrutando del atardecer y las cervezas y sobre todo, ya sabéis, los cigarrillos.
No conseguimos convencer a Javier para que se viniese a nuestra fiesta del terror, pero a Eva sí. Nos fuimos a ponernos nuestros disfraces de muertos. Pachi iba de Pachi en 2003. JAJA. No, iba muy elegante, con cara de muerto. Y yo iba de subnormal. Y Eva de montañera muerta con un camisón de Pachi.
Cogimos el monorraíl espacial ese que te lleva a la Space Needle. No veas si mola. En primera fila, casi me cago de miedo, oscilando hacia los lados. Tengo que volver al Parque de Atracciones.
Llegamos y empezamos a ver gente muerta entrando. Eso estaba bien. Por mi culpa, estos se quedaron hambrientos, ya que yo había asegurado con total confianza que seguro que allí habría algo de comer. Así que la alimentación fue el ya catado zumo de cebada. Mucho.
Llegamos y salieron a tocar los Talking Deads ("Zombie Killer, Qu'est-ce que c'est"). La tía de los coros molaba, iba vestida de Manic militroncho sólo que zombie.
Vimos la exposición de cosas de cine de terror, el fotomatón de los gritos, la pantalla de las sombras terroríficas... Pero sobre todo yo vi la zona de fumadores. Había un tipo vestido de Winnie The Pooh. Por qué no.
Yo me perdí el concurso porque estaba fuera, pero ganaron Beetlejuice y Lydia y eso estuvo bien. Molaban. En la pantalla vimos un buen rato de Terroríficamente Muertos, con la que casi muero de risa, y un rato de El Resplandor, con la que casi muero de miedo. Luego tocó un tío de mierda con una boa que parecía de los que tocan en las bodas de Resacón 1 y 2. Es decir, MALO a posta. Qué terror.
El fin de fiesta fue el vídeo de Thriller, con happening de parte del público incluído. Bastante mítico. La música en general fue muy infernal. Cuando pensé que iban a poner Seven Nation Army era un remix repulsivo. Así que al terminar, cogimos un taxi. Yo dije "hey, y si vamos a Capitol Hill en lugar de a casa?". Eva no quiso. Pero Pachi y yo nos fuimos a ver qué se cocía en el barrio.
Lo primero fue intentar ir a un club. No teníamos dinero y no aceptaban tarjeta para la entrada. Luego nos encontramos a un DJ y a su novia loca que nos convencieron para ir a su club alegando que pondrían Suede y Echo and the Bunnymen. Fuimos a buscar un cajero.
En el camino vimos los perritos calientes vegetarianos en el puestecillo del Comet y decidimos comernos unos. Había unos borrachos que le preguntaron a Pachi que si quería que le cortasen la salchicha por la mitad... ...
Conseguimos reunir a base de billetes de un dólar la tarifa apropiada para entrar en el club. Resultaba ser el club gótico. Había un columno, una llaverito... todos ahí solos bailando un remix de Sisters of Mercy. Pachi y yo fuimos contentos a la barra "TWO BEERS!!!"... Resulta que en el estado de Washington está prohibido servir alcohol a partir de las 2 de la mañana. Menudo golpe. El camarero nos ofreció unos chupitos porque era lo que nos daba tiempo a bebernos. Pachi aceptó. Se llevó su chupito a nuestra mesa y lo miramos con tristeza.
El camarero apareció y dijo "tienes que beberte eso ya". Y no se marchó hasta que el pobre Pachi se lo bebió de un trago. Menuda es la fuerza de la ley de América, amigos.
Ni que decir tiene que el pincha no puso ni Suede ni Echo. Lo único que conseguimos fue la tarjeta de visita de la loca de su novia que tenía un negocio de hipnotismo y terapia natural. Menuda loca. Después del timo del club y la derrota, nos fuimos andando a casa por la ya de sobra conocida ruta.
Cervezas en la azotea y más cigarrillos en la oscuridad. Y a dormir. Qué bien se duerme en Seattle.

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