Friday, October 7, 2011

America, Day 1

Voy a hacer un timeline. Lo más esperado de este otoño, amigos.

El 23 de Septiembre salí de casa a las 6:45 hora británica hacia Heathrow. Todo fue bien. Llegué, facturé, y fui a la zona de fumadores. Era una mañana soleada de viernes. Me situé cerca de la puerta de Executive y Business Class de American Airlines por si veía a alguna celebridad. No fue así. Así que pasé los controles, con mucha soltura y sin escáner láser rayos-x antiterrorista.

Mi avión estaba retrasado una hora. Me fui a comprar mi nueva cámara, Mulligan (it's so cute), y luego no pude más que irme a WHSmith y comprar Stories I Only Tell My Friends y una revista de Ryan Gosling. No leí ninguna de las dos cosas. Tampoco leí mi libro de Obama. No leí una mierda en toda la semana, básicamente, y tampoco tenía mi jueguecito del Nokia, así que no sé qué hice en todas esas horas de espera a aviones. Creo que comí M&M's de bolsa marrón.

Seguí a un mochilero de Portland llamado Colin y allá voy, Air Canada, camino Vancouver. Me senté en mi lugar y muy emocionada procedí a darme un buen festín de pelis. Cuál fue mi decepción cuando vi que el catálogo no estaba a la última... Yo quería ver Midnight in Paris. Pero había otras. Así que empecé con The Departed. Sí, otra vez. You have to take it.

Trajeron mi "special meal" la cual yo había especificado vegetariana. Resulta que en los aviones, si eres vegetariano, también eres musulmán, lactose-intolerant, halal, kosher y probablemente alérgico a las cosas que son medianamente comestibles. Hasta el pan era para diabéticos sin glutén ni aditivos ni ningún tipo de sabor. Así que pedí una cerveza y un helao de vainilla.
También vi Algo Pasa con Mary y Just Go With It, y me reí como una hiena que acaba de devorar una gacela en la estepa y se siente satisfecha en la noche oscura.
También traté de ver Never Let Me Go. Cuando llevaba media hora, me quité los cascos, me levanté de mi asiento, y le dije a todos los pasajeros de la cabina PERO QUÉ DEMONIOS ES ESTA BASURA!!!!!
Bueno, vale que Michael Jackson no entró en mi casa... para ir al baño... Bueno, que quité esa peli horrible y puse Funny Or Die. Tampoco quedé en exceso satisfecha con esa elección, salvo por Space Baby, que me parece bastante gracioso. El de It's Tuesday tampoco estaba nada mal.

Y cuando había hecho todo eso, el piloto dijo "Bueno, ya sólo quedan 7 horas de vuelo...". Vale, eso tampoco es cierto, lo debió decir al terminar The Departed, pero yo no daba crédito, pensaba que habían pasado por lo menos 4 horas.
El caso es que llegué a Vancouver. Por supuesto perdimos nuestra conexión a Seattle, y tuve que esperar al vuelo de las 16:20. No fue para tanto, me entretuve viendo souvenirs de alces y las esculturas del aeropuerto. El chino de la frontera de USA fue muy amable y me hizo preguntas sobre mis propósitos en América y yo me contuve y no le dije "casarme con un Senador y llegar a la Casa Blanca".
La avioneta/carromato que nos llevaba a Seattle en una duración record de 30 minutos salió bien, y aluciné con el océano azul que hay por Canadá. Hablé con un señor de Seattle que me contaba lo mucho que me iba a gustar.

Aterricé y mi maleta llegó conmigo. Lo que realmente quería era una fika. Así que busqué la zona de fumadores y no la encontré. Tampoco encontré a nadie fumando en sitios prohibidos que es lo que hacemos en el resto de países civilizados.  Pero tras preguntar a otro tipo muy amable dónde estaba la Downtown Airporter, el tipo de la Downtown Airporter me dijo que fumásemos detrás de la columna. Así que me fumé un cigarro con él mientras me contaba la historia de no poder fumar a menos de 25 ft de la entrada/salida/ventana/muro de un edificio público. Están zumbaos.

Llegó mi shuttle y me senté delante con el conductor, que nos contaba la historia de Boeing, la población, el lightrail, el cementerio de Renton, el hotel de Obama. Que sí, amigos, Obama estaba en la ciudad a la vez que yo. Pero yo había quedado con Pachi y él con el Presidente de Corea del Sur. Cada uno juega las cartas que le ha deparado el destino, qué le vamos a hacer.
Me bajé donde debía, en el Renaissance Hotel, y en un estado de sueño inexplicable, y sin perderme, llegué a Chez Rata. No pude acceder al edificio porque no lo entendía, pero eso ya es otra historia. Pachi bajó a buscarme. Lo primero que hicimos fue subir a esa magnífica azotea y fumar. Ahh fumar. Atardecer maravilloso en Seattle. Luego vino Javier Cano, compañero de trabajo, y luego Eva, arquitecta sostenible.
Tras unas cervezas fantásticas en la azotea, a mis 4:00 GMT y 20:00 hora pacífica, nos fuimos a Capitol Hill a mover el esqueleto. Hicimos una parada en la que yo me pedí unas patatas fritas en un bar que falsamente anunciaba "las mejores patatas fritas de América". Estaban bien, pero no se puede poner tan altas las expectativas.
Acto seguido, fuimos a The Comet Tavern, donde había unos conciertillos. La mayoría fueron infernales, pero la cerveza era barata y estaba mi futuro marido (aka Un Oficial) en la sala. Cuando ya en mi cabeza eran alrededor de las 8 am decidí que en ese estado jamás conocería a mi marido, así que fue buena idea irse a las 12 a casa. Me quedé en el sobe más profundo, hasta eso de las 4:30. Ahh, Jet Lag, qué buenos ratos me das.
To Be Continued...

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