Tuesday, August 13, 2013

Matrix


Tengo la certeza de que vivo en Matrix y las máquinas están ajustando la red hacia mi persona.
Hoy he compartido un taxi y mi compañero se ha dejado la cartera en casa.

YA, CLARO.

También tengo la certeza de que me están vacilando con las tacitas del té en el fregadero durante dos días. Pues pienso sortearlas. Sortearlas hasta que tenga que hacer malabares para fregar una sartén, pero tus tacitas te las friegas tú.

Los hotfixes de Microsoft están haciéndome perder la paciencia. Me voy a echar una fika. Y ahora me voy a una reunión. Pero luego voy a escribir algo. Algo sin sentido. Por joder a Matrix.

Dios mío esta reunión es una pesadilla.

Me pregunto por qué han hecho Los Pitufos 2. Yo en general veo mierda y me gusta, pero Los Pitufos 1 no me gustó. Y eso que era en Nueva York. No entiendo nada.

Mi vida trepidante ha dado un giro. Ayer cené judías verdes con patatas y vi la tele. Tras cuatro intentos fallidos, por diversos motivos, de terminar de ver el último episodio de The Killing, lo conseguí ayer. Me aburrió y me decepcionó, se hace saber.
Luego vi Newsroom y ya todo fue bonito.
Y luego perdí el tiempo miserablemente en lugar de irme a dormir. Pero dormí. Hoy me he despertado con “It’s raining today” de Scott Walker y me ha parecido muy bien. Sobre todo porque no estaba lloviendo.

He decidido perder el primer tren e ir tranquilamente al segundo, con un buen café y una buena fika. Mi inteligencia una vez más se pone en entredicho porque gracias a eso he tenido que gastarme £14.50 en el billete de tren y £5 en el taxi, en lugar de sólo £11.50. Sólo.
Pero Vonnegut y yo lo hemos pasado bien en el tren. Empecé a escuchar toda mi música desde la letra A en orden alfabético la semana pasada y hoy he terminado el ciclo con los números y “2000 light years from home”. Esto significa que tengo cuatro grupejos en el iPod, que siempre escucho lo mismo, y que me va a dar una sobredosis de Nick Cave, especialmente porque la mitad de sus canciones me alteran. Yo creedme que intento variar, pero cuando varío acabo escuchando sólo la misma canción en bucle. Voy a empezar a escuchar sólo sonatas de piano.

Por la mañana es fácil escuchar sonatas de piano, ya que el tren está vacío y tengo mi Quiet Zone para mí.
Por la tarde es otro cantar. Ni poniendo Bon Jovi a todo volumen puedo acallar las conversaciones de los oficinistas que viven en Clapham y que se encuentran en el tren porque trabajan para las mismas asquerosas corporaciones y deciden que la Quiet Zone es el sitio idóneo para hablar de sus mierdas.
No es ya sólo su tono de voz ni el hecho de que es la QUIET ZONE, es que hablan de mierdas. Cada vez que me encuentro con ellos y sus discusiones de presupuestos y sucursales en Hong Kong, sólo quiero trabajar en una granja ordeñando cerdos, con un peto vaquero y un pañuelo rojo atao a la frente.
Y todo este viaje fantástico por el módico precio de dos millones y medio al mes.

Bueno, creo que ya me he quejado suficiente por hoy. Voy a comer un apestoso sandwich de algo que no me guste.

He puesto una foto del monstruo de paja gigante de la Tate Britain. Es como el Monstruo de Paja y Chelsea, pero moderno, gigante, y probablemente pirómano.

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