Hoy, en mi hora de comer, he ido al supermercado. Llevaba varias semanas viajando y no tenía tiempo de tener alimentos abandonados para su putrefacción.
He
comprado aceitunas orgánicas, humus orgánico bajo en grasa, pan de centeno
orgánico con semillas de sésamo, plátanos orgánicos, fresas orgánicas, naranjas
y mandarinas orgánicas de España - tras mover montañas de cítricos procedentes
de Israel -, zumo de naranja exprimido no procedente de concentrado, cereales
de trigo orgánico con suplementos vitamínicos, espinacas orgánicas, pistachos
crudos orgánicos, nueces crudas orgánicas y almendras crudas orgánicas.
Y
ahora, que tengo hambre, sabéis qué quiero comer? Pizza.
Ayer
cené pizza en el Pembury. Y cuando terminé la pizza, quería otra pizza.
Hace
un día frío y soleado en Hackney. Me echo fikas y me tomo cafés mientras mi
ordenador lucha con el Optimization Server por falta de RAM. He aprovechado también
uno de esos momentos para tender la ropa. Y se me ha pegado “Sin Documentos” de
Los Rodríguez sólo que cambiando “quiero ser el único que te muerda la boca”
por “quiero pagar a alguien por que me tienda la ropa”. Y así.
Tras
pasar unos días bebiendo y trabajando en un miserable y gris Madrid, trato de
recomponer mi vida y llevar un ritmo saludable. Pero está la pizza, y Netflix,
y las fikas, y los cafés. Y un gato que salta a los muebles y roba mis
peluches.
Tengo
que ir a la oficina. Mañana voy seguro.
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