Desayunar
en el Troubadour es uno de los mayores placeres que te puede brindar la vida. Pub
mítico, en línea directa desde el hogar, con leche de soja, patatas fritas
finas y camareros que descienden de Dios el Creador del Universo. Como siempre,
decir que si comiera bacon eso ya sería apoteósico, pero como no lo como, pues
nada.
Habíamos
quedado con Bobby para celebrar su cumpleaños desayunando, pero como es tonto,
pues no apareció. Pero apareció algo mucho mejor! Esto:
Menudo
perro! Yo por supuesto no sabía que era Adele la que lo llevaba, pues sólo
tenía ojos para el cánido. Menudo perro.
Estuvimos
allí pasando mucho tiempo y después del desayuno nos pasamos a la bebida. Yo
tomé un Long Island Ice Tea y unas cervezas.
Hacía
un sol radiante, así que nos cambiamos a un pub con azotea. The Pembroke,
básicamente el pub de al lado.
Me
gustaría decir que hicimos algo más que churrar y rajar, pero estaría
mintiendo. Las horas se consumen como el dinero en mi bolsillo: fugazmente y
sin nada material que lo justifique. Pero, y lo bien que lo pasamos?
Lo
malo de las azoteas es que no te das cuenta del musicón que ponen dentro del
pub. Y el espejo del baño sabía a mantequilla.
Un
domingo que empieza temprano te hace disfrutar del día al máximo, decidiendo
que por qué no vas a ir al 12 Bar Club a ver la Open Mic Night y tomar otra
cerveza. Vimos dos conciertos estupendos, de una pareja de contables y un
bluesman, y uno verdaderamente horrible. Era tan, tan malo el pobre chaval, que
nos tuvimos que ir. Nosotras y el resto del bar. Pobre chaval.
Por
supuesto antes de ir a casa, paramos en Cafeteria a comer algo. Suspiros.
Lo bueno
de beber por el día es que la resaca llega a las 11 de la noche cuando te vas a
dormir, y puedes empezar el lunes de una manera fresca y desenfadada y estropear
tu vida yendo a la oficina.
A
continuación, una serie de cosas que me gusta más hacer que ir a la oficina:
-
No ir a la oficina
-
Comer alcachofas
-
Tener fiebre
-
Jugar a la petanca
-
Ver películas de Godard
Eso
último es mentira, la verdad es que prefiero trabajar antes que ver películas
de Godard.
Bueno,
es igual. Esa tarde fuimos a cenar al Thai, una vez más. Car y Viveka estaban
de muy mal humor por haber quedado encerradas en la Central Line durante 40
minutos gracias a las Olimpiadas. Para vivir en esta ciudad hay que estar curtida,
amigas.
Yo
estuve analizando en cuántas mesas me había sentado del Thai y en esa zona eran
un total de 7. Lo cual me lleva a que me jode que no me saluden cada vez que
voy, porque, joder, VOY MUCHO.
Tras
la cena, decidimos ir a sentarnos a echar unas fikas en el Round Pond. Dijimos “está
aquí al lado”. No puede estar más al lado, en serio. http://goo.gl/maps/EjU6g
Nos
sentamos allí, pero había chavs jugando al hacky sack y lo arruinaron un poco.
Y
esto fue el último día de la estancia de Viveka, que pronto volverá, sobre todo
porque ha dejado aquí la máscara de gato.
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