Los
viernes de verano salimos a las 3 del trabajo. Un pequeño rayo de esperanza en
el sombrío año laboral.
El
viernes, 20 de Julio, salí a las 3 para que el Grillo me viniese a recoger a la
estación. Por supuesto el Grillo llegó 45 minutos tarde. Lo compensó con un
consuelismo limpiabaños a ritmo de Old Time Rock N Roll.
Esperamos
a que Viveka volviese de su curso y cuando llegó abrimos una buena botella de
JP Chenet. Ah, el fin de semana.
Decidimos
bebérnosla tranquilamente antes de salir. El plan era ir al concierto de Bobby
en Shepherd’s Bush. Viveka se tuvo que ir antes porque tenía un plan previo con
mucho más glamour.
El
caso es que llegamos tarde, porque con Car siempre se llega tarde. Quedamos con
Viv en Shepherd’s Bush, lugar demasiado dodgy para mi gusto.
Nada
más llegar a la estación, nos recibió un tipo con pinta de perrofla ofreciendo
bombones. Como yo estaba un poco alterada ya de por sí, el sonoro “NO” que le
respondí a “You know that Jesus loves you?” me salió con extrema violencia.
Pero hey, por lo menos lo dejé ahí, en lugar de insultarle por sus creencias.
Car se enfadó y me dijo que debía ser más tolerante porque a lo mejor el loco
de Jesús te ama tenía una metralleta y me iba a disparar. Pero en lugar de eso
dijo que aún así, si queríamos un bombón podíamos cogerlo. Pero no lo hice. No
cojo bombones de locos. Gracias.
El
camino dodgy hacia el Bush Hall no me gustó un pelo. Viveka y Car tenían hambre
así que comieron la típica comida de kebato. La gente y sus ganas de comer,
nunca lo entenderé.
En
el lugar había una azotea y estuvimos allí echando unas fikas y hablando con
alguna gente. Por supuesto el público era mayormente cristiano y adolescente,
como un baile de fin de curso decadente de película independiente. Sin embargo,
el lugar era muy bonito, a pesar del olor a pis de gato de la moqueta.
Al
terminar el concierto, estuvimos un ratejo charlando con los amigos mientras
Car cogía un mantel de una de las mesas y se hacía pasar por fantasma, aullando
por el recinto. True story.
Tras
una botella de vino caro y malo, y yo unas pintejas, decidimos que habíamos de
salir de Shepherd’s Bush lo antes posible. Y la manera más rápida possible es
un buen BLACK CAB. Destino: THE BAR, Soho.
El
taxista nos pidió una fika, que se fumó en la parte de delante mientras
nosotras en la parte de atrás no podíamos. El mundo es a veces cruel.
Tuvimos
que pagar para entrar en THE BAR, pero no importaba, porque era justo y
necesario resarcirse de la decadencia cristiana. Allí, pedimos 6 cervezas, de
las cuales algunas bebimos más que otras, y bailamos.
Estábamos
al lado de un espejo oscuro que parecía una puerta hacia el baño, y la gente se
dirigía hacia él y se daba de bruces con su Yo interno y una realidad borrosa. Yo decidí que mi misión era advertirles que
eso era un espejo. “THIS IS NOT AN EXIT”. Me encanta ver gente confusa.
Por
lo demás, me enamoré de un skinhead, que es lo que me gusta ahora.
Después
de The Bar tratamos de ir al Intrepid Fox con los jebos, pero estaban cerrando.
La otra opción era el nuevo descubrimiento, el 12 Bar. No sé por qué se llama
12 ya que no está en el número 12 de nada, pero es un gran sitio de rock n
roll.
Tomamos
más cervezas y hablamos con los rockabillies. Car le dijo a una vieja que era
beautiful. Una vieja. Pero era una vieja rock n roll, en el fondo.
Después
del 12 no hay nada más abierto. O sí? Pues el Bar Italia, claro.
Where other broken people go.
Nota:
Estuvimos en ese concierto, eh? O qué os creéis? Joder, Pulp es de lo mejorcito
que hay en la vida.
En
el Bar Italia pidieron cafés y yo tarta de chocolate y cerveza. La tarta de
chocolate era una delicia inhumana, sobre todo a las 4 de la mañana. Se
pusieron las gafas de Groucho que habíamos sacado en el bolso toda la noche.
Volvimos
a casa por la mañana, como el orangután y la orangutana. No es que fuese una
intrépida aventura la nuestra, pero lo pasamos bien, porque en la vida hay rock
n roll, hombres rapados con tirantes y sobre todo, tarta.
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