Jueves, 22 de Marzo de 2012
Despertación. Alguien fue a por café y lo trajo. No fui
yo. Yo nunca hago nada, soy como el eterno huésped. Pero proporciono risas y a
veces pago.
Hoy teníamos que salir por ahí con las maletas porque
volveríamos a Tsukuba a dormir. Así que hicimos las maletas y nos fuimos.
Teníamos que dejar las llaves en el buzón y el buzón estaba en la puerta. Pero
El Guía Tegucigalpa, en su orientación casi tan buena como la mía, decidió dar
la vuelta entera al edificio varias veces buscando los buzones. No sé, igual
que el Grillo lleva bolsas de basura como si fueran su equipaje porque nunca
encuentra una papelera. Este tipo de cosas son las que nos suceden y te
preguntas por qué pierdes tanto tiempo en el universo buscando cosas insustanciales.
De camino al metro Car quiso unas comiditas en el
takeaway del Hitler japo, así que nos paramos. Yo fui a comprar algo de picoteo
a otro combini y de paso conocí a un perruno que llevaba un chaleco muy new
yorker. Probé un poco de calabaza en tempura de Car y morí un poco de la
felicidad. Si cada díaaa que me das calabaza muero un poquiiiitooo...
Bueno pues nos fuimos a Shinjuku, una estación muy
grande. Había un cartel con un mapa del mundo con flechas y cosas en japonés.
Car preguntó “qué es eso?”. “Es un mapa de las alianzas nucleares de Japón y las
consecuencias de un ataque de Korea del Norte en términos de bombas que apuntan
a Estados Unidos”. “En serio?!”. El Grillo.
Luego el Grillo vio una librería. Entramos a echar un
vistazo. Todo esto sin haber salido de la estación aún. Cuando vi los carteles
de secciones que indicaban wachiwa, wichiwichi, jokiniwaru, etc, dije “qué
demonios hago yo aquí”. Así que dije “os espero al fondo del túnel en la
salida”. Quién iba a decir que iba a esperar 35 minutos a que salieran de la
librería wachiwa. Pero así fue. Me gustó al salir, de todos modos: Barrio
financiero, que el grillo odia jiji. Había un edificio molón como hecho de
telas de araña. Y una placita con
jovenzuelos ejecutivos. Y por supuesto suelos relucientes de parque temático.
Está tan limpio el suelo que parece artificial. Más limpio que el de mi cocina.
No es difícil.
Tras confundir
a 7 u 8 parejas de japonesas con Aiti y Car, ya salieron. El Grillo se enfurruñó
instantáneamente al ver el barrio financiero. Yo vi al fondo que había un
parque con una cascada y dije “vamos a la cascada!”. Pero antes nos peleamos un
poquito y fuimos al edificio del Ayuntamiento a mirar por las ventanas desde el
piso 48. Se veía Tokyo. Sí, es igual de feo desde arriba que desde abajo, pero
siempre mola ver vistas panorámicas de las ciudades.
Después de eso
fuimos a mi cascada. Fue un fracaso por mi parte, aunque no especialmente
sonoro. Era un parque con homeless y obras y la cascada era una estupidez. Pero
nos sentamos a fumar allí como no podía ser de otra manera, en los bancos de la
zona de fumar. Me parece bien que haya bancos para fumar. Así la gente que no
fuma no se sienta en ellos y los contamina con su self-righteousness.
Después de eso
fuimos a Roppongi a comer Oudon al restaurante ese. Te daban una salita
exclusiva para ti con armario y todo. Yo comí sin zapatos. Es una costumbre que
pienso adoptar en Occidente.
También voy a
adoptar la de “SIMASHEN!” (no sé cómo es pero suena así). Básicamente consiste
en que si quieres llamar al camarero en un restaurante gritas eso al aire y
aparece un camarero, sin tener que hacer esas cosas que hacemos en Europa de
“te ha visto?” “es que no hace contacto ocular” “me ignora” “nah ya me lo tomo
sin sal”.
Pero bueno en
algunos restaurantes, como este, el simashen va más allá y sólo tienes que
tocar un timbrecito y viene un japo a tu puerta. Y lo puedes llamar todo el
rato siendo un absoluto coñazo de cliente que no te va a mirar como “qué
quieres ahora” como los camareros patrios.
Pedimos unos
Oudon pequeñitos para cada una. En este sitio el menú venía traducido al inglés
milagrosamente, así que no tuvimos tanto problema para elegir.
Primero llegó
el plato de Car. Era básicamente un barreño como el del cocido de tu abuela.
“Esto es pequeño??!?”. Al Guía le dio un ataque de risa. Ella siendo
Tegucigalpa se puede beber todos los barreños de caldo de oudon. Luego llegaron
los nuestros. El mío era más pequeñito como si fuéramos los tres ositos. Me
gustó mucho, especialmente el alga en tempura, porque sabía a rebozado de
boquerones fritos. Los oudon en sí pues sí, vale, bien, espaguetis gigantes.
Habría preferido 2 kg de algas rebozadas. Kartoffen es así.
Me gustó el
lugar porque estaba descalza, fumando, y bebiendo sake y coca cola zero. En
Japón no beben Coca Cola y por tanto no hay Coca Cola Light. Creo que si hacéis
un listado de las cosas que en Japón no hacen bien, se resume en “todas las
cosas que más le gustan a Pec”.
Después de
unas cuantas horas en el lugar, tuvimos que irnos. Porque para eso estamos en
Tokyo, right?
Nos fuimos a
DON QUIXOTE, la tienda de todo que hay en Roppongi. Venden todo. Disfraces, toallas.
Disfraces para perros, toallas para perros. Es muy raro. Es infernal. Pero
fascinante. Allí compré mi bandana banzai que tanto anhelaba. Y Car cogió tres
pares de gafas de Groucho. Eso estaba ocurriendo.
Salimos y fuimos a otro Starbucks. Estamos en este
Starbucks o en el de la vuelta de la esquina? Allí nos pusimos las gafas ya y
nos hicimos unas fotos, cortesía de DIVERSIÓN.
Luego salimos y nos hicimos un montón de fotos chorra con
la Tokyo Tower. Cuando anduvimos unos 2 metros más, vimos un sitio de
recreativos al que íbamos a entrar para hacer el purikura ese. Pero primero nos
echamos una fika delante de la policía en medio de la calle, claro. Desafiando
la ley.
El sitio de recreativos era Mi Peor Pesadilla #2. Luz
fosforita, música Wichi Kimono Waa a todo trapo y una japo gritando “Waa! Wichi
WAA!” por interfonos que salían de todas partes. Aunque había una pecera con un
Nemo y un Dori.
El purikura son las fotos esas que le pones chorradas y
dibujitos y te hacen ojos raros y es una locura y las imprimes y haces
pegatinas y luego no sé, las regalas en los cumpleaños. Quedaron muy chulas,
pero luego las imprimen muy pequeñito y en mi opinión pasamos demasiado tiempo
decorándolas mientras la chica del interfono seguía gritando en mi cara WICHI!
WAA!
Demónibol quería salir de allí y echar una fika después
de lo que habían parecido horas de ataque futurista robótico. Salimos, y
echamos unas fikas.
Se hizo de noche en Roppongi y la tarea de sortear a las
“zorras por la acera” se hacía más complicada. Las zorras por la acera son eso,
las tías en bici que van por la acera. Y no te creas que te van a pitar ni nada,
sólo te van a atropellar. Tampoco te van a hacer daño, porque ya sabéis que van
a cero por hora, pero no sé, es molesto.
Luego fuimos a un parque y vimos la Tokyo Tower
iluminada. Era un bonito parque, y había un árbol gondoriano. Car nos estaba
haciendo unas fotos y se cabreó porque la llamé “Ray, fotógrafo” porque estaba
usando contorsionismo y herramientas naturales como trípode. No era con mala
intención. El grillo se pica.
En el parque echamos una fika mirando perros de lejos.
Era agradable.
Fuimos a conocer el bar donde había trabajado Aiti, algo
de Gaudí. Ya sabéis, fotos de Penélope Cruz, del Barsa y Alejandro Sanz de
banda sonora. Y Estrella Damm. Nos tomamos algo. Los chicos del bar gritaron
“Aichaaaaan!” y eso me gustó, que Aichan sea bien recibida. Hicimos fotos con
las gafas de Groucho y un poco el gili. Y comimos aceitunas. Luego vino Raquel,
y un amigo suyo.
Se nos acabaron los filtros para las fikas en el viaje
así que tuvimos que ir comprando KENT, cigarrillos finos que tienen un doble filtro
que si partes por la línea de puntos puedes usar la mitad adicional como filtro
de fika de rolear y fumarte la fika KENT. Dos por uno! En el bar este se me
acabaron otra vez los Kent. Así que hice mi incursión sola en Tokyo para
comprar unos Kent. Me llevé el paquete vacío para que cuando yo dijese “Kent
Nanotec kudasai” y me contestase “wachi wahi wiki wa wongaku totekuwa?” poder
enseñárselo y decir “otro de estos”. No me acuerdo de cómo se dice “otro de
estos” pero me lo aprendí para ese momento. Y luego me dijo wachi songohanda
waku wito otra vez y me fui. Pero conseguí mis fikas.
Resulta que cuando los japos te hablan en las tiendas y
piensas que están perdiendo el tiempo contándote algo que no entiendes, dicen
algo así como: “Has comprado un paquete de Kent por 480 yenes. Me has dado 500
yenes. Te devuelvo 20 yenes y te doy las gracias por tu visita y manda
recuerdos a tu madre de mi parte”.
Otra cosa del japonés es que resulta que “gracias” se
dice “arigato gozaimas”. A que de toda la vida hemos dicho “arigato” o “domo
arigato”? A que nadie ha dicho nunca “gozaimas”? No sé, es raro.
Volví al bar sana y salva con Kent y M&M’s, estuvimos
un ratito más y luego dijimos “vámonos, el tren, el tren, el tren, peligro, el
tren”. Teníamos que coger el tren, claro, para eso llevábamos todo el día con
maletas por la ciudad.
Y fuimos al metro y Car (aka PESÁDIBOL) quería echarse
una fika y le dijimos que no, que íbamos a perder el tren. Entonces se puso Gul
Mohammed y se cabreó y entonces yo la insulté y nos peleamos. Me gusta pelearme
antes de ir en metro porque así puedo escuchar música en el trayecto mientras
miro con cara de cabreo o juego al Angry Birds.
En el Tsukuba Express nos metimos en el vagón de Sólo
Tías. En Tokyo hay tantos pervertidos que hacen fotos debajo de las minifaldas
y tocan culos de señoritas que no sólo hay un vagón de Sólo Tías, sino que
también hay carteles específicamente prohibiendo hacer fotos debajo de las
minifaldas en las escaleras mecánicas del metro. Ya he dicho lo de que son
gente peculiar.
En Tsukuba volvimos a ir al Combini porque cómo no vamos
a ir al Combini. No sé qué compramos. Queso? Tal vez Gul me hizo un sandwich de
queso, no lo sé. Sólo sé que el snack de Gambas rebozadas de chocolate NO.
Creo que este día hicimos “and what ise this?”, pero eso
ya lo contaré en la próxima entrada, que va a ser de un día más relajado.
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