Es verano, amigos.
Hace
calor. La gente va en bolas y, desafortunadamente, en chanclas, por las calles,
los parques, las avenidas.
Hacía
bastante tiempo que no veía hormigas en Inglaterra. Ayer conocí a tres. Me caen
la mar de bien, tó laboriosas ellas.
Estoy
de camino a Weybridge tras unos cuantos días sin ir. El taquillero de Waterloo
ha cuestionado mi autoridad en lo que a travelcards se refiere, y le he sacado
mi Masters Degree en Commuting por la Universidad de la Dura Vida. Qué se habrá
creído.
Ayer
no fui a la oficina porque estuve pensando seriamente en una excusa para no ir
que no fuera mentira. No se me ocurría nada, y perdía el tiempo, y perdía el
tiempo, hasta que la única excusa real que surgió era que verdaderamente si iba
a esas alturas ya llegaría demasiado tarde, y no tengo tanto tiempo que perder.
El
karma, sin embargo, estuvo ahí dándolo todo, pues se me encargó actualizar una
herramienta de mi propia creación, un trabajo de 18 semanas a efectuar en una
mañana. Esas cosas se hacen mejor cuando se va a la oficina. Karma. Con lo bien
que yo me porto.
La
crisis pasó a eso de las 4 y se me puso por delante una tarde llena de
posibilidades y alegría. Convencí a Viveka para que me acompañase a la taberna
a colmar mi sed. La verdad es que probablemente ya he visitado los 80 pubs si contasen
los que he visitado sin Bobby o Julia.
Después
de eso me fui al cine. Los Lunes en Jacni el cine cuesta £6. Y si eres miembro
del Picturehouse, £4. Puede haber algo más alentador en la vida que ir al cine
por 4 pavos? No lo creo.
Compré
una lata de Couk en el Food & Wine, y pálomites pequeñas en el cine por
sólo £3.50.
Vi
“Now You See Me”, y me lo pasé como un grillo.
Desgraciadamente,
ir al cine por 4 pavos en verano tiene un precio, un duro sacrificio que hay
que otorgar a los dioses del día del espectador: la absoluta congelación en lo
que es un frigorífico gigante cariñosamente apodado Hackney Picturehouse. Lo
más probable es que de esta noche no pase y pille una fiebre tropical con
delirios incluidos.
La
semana que viene me iré a ver Monsters University con la mantita. Juro que me
la llevo. Y me mirarán con tanta envidia los demás espectadores que me imagino
que harán un hashtag en mi honor. #crazyblanketlady #sheknows #jealous
A
pesar de todo, fue un gran lunes, siguiendo a un gran domingo, que siguió a un
gran sábado, que siguió a un gran viernes, que siguió a... Oye, qué bien lo
pasamos.
Todos
saben que el primer concierto al que acudí en mi vida de fan fue Bon Jovi en el
Palacio de los Deportes en Mayo de 1993. Y es por eso que decidí acudir a Bon Jovi
Hyde Park 2013. Porque pasaron 20 años, y me considero prácticamente igual que
entonces. Me hubiera gustado que a este también me llevase mi padre, con su
bocata y sus tapones para los oídos, como antaño. En su lugar fui con otra
gente; buena gente, pues al encontrarnos allí, vi que ellos también habían
pedido dos cervezas por persona. My kind of people.
Por
supuesto les perdí en cuanto tuve que irme al baño a mitad del concierto, y nunca
los volví a encontrar. Por esto me acogieron varios grupos de gente variopinta,
empezando todos la conversación con “you look like you’ve lost your mates!”. La
historia de mi vida.
Lo
mejor del concierto, aparte de los cambios de camiseta de Jon, claro, fue la
afluencia de público infantil. Niños y niñas de 10 años, como lo fui yo,
cantándose las canciones. Y es que he decidido que Bon Jovi es un paso esencial
de música fácil que te hace entrar, joven e inocente, en el mundo del rock n
roll. Luego reniegas durante años, pero lo recordarás con cariño en tu madurez
musical.
A la
salida no conseguí volver a encontrar a nadie, así que opté por irme a mi casa
en lugar de al pub con el grupo de hooligans de Newcastle que me acogió en la
recta final.
En
el búho infinito soñaba con pizza, y el Dr Oetker no pudo complacerme, pues
todo su stock en Hackney es de pizza de Pollo. Los Hackneys y el pollo, colega.
Como he prometido que no voy a ir a Dixy sola, pues tengo que buscar otras
alternativas. La alternativa a la alternativa fue sandwich de queso a go-go.
El
sábado estuvimos de BBQ en Twins House. Qué gran jardín, qué buenas tortillas,
qué buenas hamburguesas de Quorn, qué buenas 18 cervezas por £10.
Decir que no sabemos hacer barbacoas y que aunque parezca una escena idílica, todo ese humo de la foto era una neblina con gorilas incluídos que casi nos asifixia.
Estando
allí disfrutando del aire libre y las fikas, Bobby mencionó que el Good Mixer
no había sido visitado aún en nuestro Pub Quest. Esto encendió el piloto de
alarma en mi cabeza y decidí que había que ir ipsofacto. Ese Good Mixer se
convirtió en los 4 pubs de Camden. Esos 4 pubs de Camden acabaron en el Feeling
Gloomy de Cavendish Square. Tuvimos que rogar al portero que nos dejase entrar,
pues estaba cerrado. Lo logramos, y gratis. No pudimos tomar nada, pero pude
bailar Fleetwood Mac como siempre había soñado. No todo en la vida son los
clásicos del Brit Pop.
Conocí
gente rica que venía del concierto de los Stones. Les dije que eran gente rica,
de manera amable. Lo pasamos bien.
Y
una serie de desdichas en los búhos hizo que llegase a mi casa por la mañana
con gafas de sol. Pero ES VERANO, amigos.
Y
por último, el domingo. El domingo de dormir 4 horas y decir “whaaaat?”. Mi
habitación sin persianas, aka El Horno de Asar, me mantenía agazapada en el
sofá preguntándome por qué no tengo piscina, o como
mínimo persianas. Esto se solucionó fácilmente con caminar 10 minutos hasta
London Fields y sentarme bajo un árbol. Qué gran plan de domingo. Mi revista
Empire®, mi Couk®,
mis fikas® y yo.
Que sepáis
que una de las pelis favoritas de Richard Dreyfuss es Algunos Hombres Buenos, y
afirma que la ve todo el rato.
Richard
Dreyfuss es mi mejor amigo.
Adiós.
PS. Hoy voy a
ver a los Veils. True love here I come!
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