Cuando
me levanto por la mañana soy Farrah Fawcett.
Ese
pelo ochentero de ángel de Charlie es inequívocamente genuino. No se puede
hacer a propósito, y es claramente la manera en la que canalizo el espíritu de
esa mujer. No se por qué me ha elegido a mí, pero nadie puede ayudarme.
Descubrimiento
#1: Soy medium.
Mis
compañeros de piso me copian la comida.
El
sábado, tras una mañana de resaca en estado Mar Adentro Sampedro, conseguí
reunir las fuerzas necesarias para ir al supermercado a hacer una compra de
comida humana, habiendo sobrevivido los dos días anteriores con un total de un
plátano, dos raciones de patatas fritas y un sandwich de queso.
Compré
mis clásicos ingredientes de llenar tupperwares para subsistir sin volver a
cortar una cebolla en un par de semanas. La elección culinaria de ese día fue
hacer unas lentejas, y dejar unos garbanzos en remojo para cocinar al día
siguiente.
Cuando
volví a casa el domingo por la noche, en la cocina había tupperwares de
lentejas, y Cedric entró mientras yo estaba haciendo judías verdes y puso unos
garbanzos en remojo.
Ayer
no me fijé, pero seguro que hicieron judías verdes. A lo mejor hoy hago una col
seca con chocolate. Y ENTONCES QUÉ VAIS A HACER, EH? QUÉ VAIS A HACER?
Descubrimiento
#2: Soy una inspiración.
Mi
trabajo está excepcionalmente lejos de mi casa. Y del mundo civilizado.
Aunque
sólo llevo cinco días de extreme commuting, puedo decir que no he repetido ruta
ninguna vez.
El
primer día había quedado en Earls Court para ahorrarme el dinero del billete de
tren. Esto se truncó debido a problemas de salud infantiles y tuve que ir a
Wimbledon. Todos sabemos que se debe a la Maldición de Las Gilipollas de Earls
Court. A la vuelta tuve que volver a
Wimbledon para recoger material de limpieza y dejar las llaves de mi ya
ex-hogar. Me dio cosa dejar las llaves dentro y no lo hice. Un viaje bastante
inútil.
El
segundo día recorrí la ruta óptima: Overground a las 7:15, metro a las 7:30, tren
a las 7:54, oficina a las 8:30. A la vuelta, un señor decidió que quería morir
en Earlsfield y los trenes fueron parados y retrasados para siempre. Una pinta,
dos autobuses, pasar por el ex-hogar a dejar las llaves dentro definitivamente
y de paso mear, me situó en mi casa cuatro horas más tarde de lo estimado.
El
tercer día decidí que el Overground está demasiado cerca de mi casa y no me da
tiempo a echar una fika por el camino. Así que fui a Dalston Junction para
poder echar una fika. A mitad de recorrido decidí que mejor recorría la ciudad
de una manera diferente, y cambié a la Jubilee line en Canada Water, bajé en
Waterloo y allí cogí el tren de Basingstoke. A la vuelta me fui en coche.
El
cuarto día, ayer, decidí coger la ruta óptima a la ida, si bien en lugar de a
las 7:15 fue a las 8:40. A la vuelta, decidí ir a Victoria a tomar una cerveza
y luego otra en Dalston Kingsland y caminar desde allí.
El
quinto día, hoy, he decidido coger un tren en Hackney Downs, coger la Central
en Liverpool Street, cambiar en Bank, coger la Waterloo & City y coger el
tren de Basingstoke.
La
conclusión final es que para disfrutar del extreme commuting hay que huir de la
rutina y probar nuevos itinerarios.
Descubrimiento
#3: Toda mi vida es un chiste.
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